Si preguntáramos a cualquier aficionado a los videojuegos por el germen de las aventuras gráficas, pocos sabrían determinar con exactitud su punto de inicio. No en vano, para establecer su origen hay que retrotraerse nada más y nada menos que a 1980, coincidiendo prácticamente con la aparición del primer ordenador personal como un emergente sistema de ocio y entretenimiento. Precisamente en ese año se produjo el lanzamiento de "Mystery House" para Apple II, una aventura conversacional con gráficos que se fraguó en los comienzos de la era de la computación doméstica.
Tal fue su éxito que lograría vender la nada despreciable cifra de 15.000 unidades con un beneficio de 160.000 dólares. Pero no sería su único logro, puesto que marcó un antes y un después en la industria al ser considerado un título pionero, sentando las bases de un género que a día de hoy se puede percibir como algo primitivo. De este modo, "Wizard and the Princess" (1980), "Mission Asteroid" (1980), "Cranston Manor" (1981), "Ulysses and the Golden Fleece" (1981), "Time Zone" (1982) y "The Dark Crystal" (1983) continuarían la senda trazada, haciendo lo propio a nivel patrio otros lanzamientos como "Yenght" (1984), "Don Quijote" (1987), "La Aventura Original" (1989) o "Jabato" (1989).
En cambio, mucho más arraigada en el imaginario colectivo se encuentra la edad de oro de las aventuras gráficas, un movimiento que tuvo como protagonistas a las empresas Sierra On-Line y Lucasfilm Games. Estos dos gigantes que dominaron el sector con puño de hierro destacaron por reinventar un género que por aquellas fechas comenzaba a languidecer, dotándole de los elementos necesarios para salir airoso de una, por entonces, crisis incipiente.
En el caso de Lucasfilm Games, la piedra angular de esta revolución no fue otro título que "Maniac Mansion" (1987), una aventura que usaba en específico un motor (SCUMM) creado ex profeso para el juego y siendo mejorado en los lanzamientos posteriores de la compañía. Le sucedieron "Zak McKracken" (1988), "Indiana Jones and the Last Crusade" (1989), "Loom" (1990) y "The Secret of Monkey Island" (1990) antes de que el estudio variara su denominación, pasando a llamarse LucasArts. A partir de ese momento, el resto de la producción se llevó a cabo bajo el nuevo sello, apostando por la continuidad de sus tres buques insignia con la salida al mercado de "Monkey Island 2: LeChuck's Revenge" (1991) , "Indiana Jones and the Fate of Atlantis" (1992) y "Day of the Tentacle" (1993). Aunque tampoco hay que olvidarse de otros éxitos como "Sam & Max Hit the Road" (1993), "Full Throttle" (1995) "The Dig" (1995) o "Grim Fandango" (1998).
Por su parte, Sierra On-Line también desarrolló su propio motor denominado AGI (sustituido a partir de 1988 por SCI) y lo comenzó a utilizar con "King's Quest" (1984), siendo considerada la primera aventura gráfica de la historia y estandarte de la compañía durante los años que perduró la saga. Este modelo de distribución por entregas que tan buen resultado dio a la empresa californiana lo utilizarían igualmente para "Space Quest" (1986), "Leisure Suit Larry" (1987), "Police Quest" (1987), "Quest for Glory" (1989) o "Gabriel Knight" (1993), por poner algunos ejemplos. Un conjunto de producciones que permitió a Sierra On-Line rivalizar de tú a tú con LucasArts por la hegemonía de las aventuras gráficas.
Alcanzada la mitad de la década de los noventa, la popularidad del género comenzaba a flaquear, propiciado por el hecho de que el desarrollo de videojuegos se dirigiera en mayor medida hacia las consolas. Esto traería consigo un abandono progresivo de las aventuras gráficas debido a sus elevados costes de producción con el consiguiente desencanto de sus aficionados más acérrimos. No obstante, títulos como "Touché" (1995), "Discworld" (1995), "Flight of the Amazon Queen" (1995), "Simon the Sorcerer II" (1995), "3 Skulls of the Toltecs" (1996), "Broken Sword" (1996), "The Neverhood" (1996), "The Case of the Rose Tattoo" (1996), "Hollywood Monsters" (1997) o "Blade Runner" (1997) intentaron aprovechar los últimos coletazos de un género que parecía abocado a la extinción.
Aun así, existía una percepción generalizada de que se había perdido parte de la originalidad que caracterizaba a juegos de años anteriores, salvo honrosas excepciones. La principal de ellas provendría de California, más concretamente de la compañía Burst (una filial de Virgin Interactive que posteriormente pasaría a ser Westwood Pacific). La aventura en cuestión no era otra que "Toonstruck" (1996), una delirante propuesta que contó con la friolera de más de ocho millones de dólares de presupuesto y supuso un éxito de crítica gracias a un reparto que incluía las voces de Tim Curry y Dan Castellaneta, además de la figura del actor Christopher Lloyd como personaje principal.
La acción del juego sitúa a Christopher Lloyd en un entorno animado donde interpreta el papel de Drew Blanc (Andrés Truido en la versión española, procurando mantener el juego de palabras), un frustrado y oprimido dibujante cuyas esperanzas de triunfar en su trabajo se han desvanecido por completo desde hace tiempo. Esto es debido a que su mejor creación, Flux Wildly (Flax Tarambana), nunca ha gozado del favor de su ingrato jefe, obligándole éste a dibujar en exclusiva conejos peludos para la serie protagonizada por Fluffy Fluffy Bun Bun.
A consecuencia de ello, el agotamiento hace mella en Drew Blanc hasta que cae profundamente dormido, despertando en mitad de la noche mientras emiten en televisión la popular serie. Al intentar pulsar el botón de apagado de su mando a distancia es absorbido por la pantalla, siendo transportado por razones desconocidas a un mundo habitado únicamente por personajes de dibujos animados. En ese lugar conocerá a su criatura predilecta, llegando ambos a un trato con el rey de Cutopia (Contentilandia): si logran salvar el reino del malvado conde Nefarious (Nefastus), Drew Blanc podrá volver a su mundo real.
 
Ésta era la puesta en escena en 1996 de una aventura que logró sorprender a propios y extraños con una propuesta inaudita que incluía personajes estrafalarios y excéntricos en un entorno completamente innovador para la época. Sin embargo, la buena acogida que tuvo entre el público y la prensa especializada no se correspondería con su resultado comercial, vendiendo tan sólo 150.000 copias. La explicación radica en varios factores, fallando la estrategia de marketing (pese a su apariencia infantil, se dirigía a un público adulto) y no sabiéndose adaptar a un floreciente mercado de los juegos 3D, aparte de las limitaciones financieras a las que se tuvo que enfrentar y que condicionaron su comercialización.
 
No obstante, lo que supuso un verdadero jarro de agua fría fue la cancelación del proyecto que hubiese significado la continuación de una historia que quedó inconclusa. Así lo reconocen sus creadores, aclarando que el juego se vio reducido a la mitad tan sólo unos meses antes del lanzamiento de la versión beta. Sin ir más lejos, Laura Janczewski (animadora de fondos) admitió que un 75% del desarrollo había sido completado cuando comunicaron al equipo la decisión de dividirlo en dos partes con la promesa de usar ese trabajo para una secuela, cosa que nunca sucedió. En términos parecidos se expresaría Richard Hare, diseñador principal de "Toonstruck", agregando su idea de utilizar la mayor parte del contenido eliminado y añadir escenas adicionales para completar la historia.
 
Ante este panorama tan desalentador, pocos usuarios mantenían viva la esperanza de un regreso a la que pudo ser una de las sagas más icónicas del pasado siglo. Pero, para sorpresa de todos, Keith Arem (director musical del juego) ha anunciado hace unos días la que a buen seguro será una de las noticias más destacadas de este próximo 2024 en lo que a ocio electrónico se refiere. Según sus palabras, "Toonstruck 2" será una realidad tras una espera de casi tres décadas en las que no cejó en el empeño de devolver la ilusión a sus sufridos seguidores, como él mismo declaró en 2010. Incluso, Laura Janczewski se ha dedicado en las últimas fechas a publicar algunos de los materiales que conservaban a buen recaudo y emplearán para esta secuela.
Tampoco ha querido dejar pasar la oportunidad de pronunciarse al respecto Jennifer McWilliams, coautora del juego, en unas recientes declaraciones concedidas a medios especializados. "La aventura estaba destinada a ser una historia divertida en la que derrotar a algunos tipos malos de carácter extraño, pero originalmente también trataba sobre cómo vencer a los propios demonios creativos. En definitiva, una especie de tributo con el que ofrecer aliento a todas esas personas que en algún momento han estado a punto de abandonar sus ilusiones. Algo que va a poder observarse en esta nueva entrega cuando el protagonista se adentre en su propia psique para enfrentarse a sus miedos, viva sus fantasías y, finalmente, encuentre la manera de recuperar su chispa creativa", aseguraba la diseñadora.
 
De hecho, todas y cada una de las intenciones se encuentran plasmadas de manera alegórica, evidenciando el gran trabajo realizado. Por ejemplo, los miedos se simbolizan con la figura de un dentista maníaco, mientras que las fantasías se asocian a un encuentro de Drew con Van Gogh (su ídolo artístico) y la creatividad con un enorme faro. Todo ello sin perder de vista en ningún momento el objetivo principal, que no deja de ser el hecho de acabar tanto con Fluffy Fluffy Bun Bun como con Nefarious.
Asimismo, "Toonstruck 2" incluirá algún minijuego de acción a modo de duelo en el salvaje Oeste como ha desvelado Richard Hare, además de parodias sobre clásicos del cine de terror y alguna que otra inesperada secuencia de muerte al más puro estilo Sierra. Por supuesto, se contará de nuevo con la presencia estelar de Christopher Lloyd, aunque el diseñador no ha llegado a precisar si lo hará como persona de carne y hueso (aprovechando los materiales que atesoran) o personaje animado.
Una vez superados los obstáculos legales a los que hacía referencia hace más de una década Keith Arem, está previsto que "Toonstruck 2" vea la luz para PC a través de Steam y GOG en el último trimestre de 2024. Aunque la principal dificultad a la que se enfrentarán sus creadores no es otra que saciar las expectativas de un exigente público que sólo se conformará con una entrega a la altura del juego de culto en que se ha convertido.
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