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Las Crónicas de Kendo: La sombra de Yserbius.
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Kendo
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MensajePublicado: Lun Abr 10, 2023 9:01 pm Asunto: Las Crónicas de Kendo: La sombra de Yserbius. Responder citando

PRÓLOGO

Este escrito es lo que queda del diario de Kendo, hechicero y personaje oscuro y polémico pero sin duda heróico, como todos aquellos que se enfrentaron en Twinion a los más terribles males de este y otros mundos. En el diario, el mago incluyó tanto sus notas habituales de viaje como las visiones que le acometían en sus cortos descansos, y a través de los cuales conocemos al completo la trágica historia del pueblo bajo Yserbius. No todos los pasajes del texto se conservan, como denota su numeración, pero si los suficientes para hacernos una idea del viaje al horror y de lo cerca que estuvo el mundo de caer en la oscuridad.


P. B ., Escriba Real de la Casa de Galabrya.




Ultima edición por Kendo el Jue Abr 13, 2023 6:44 pm, editado 2 veces
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MensajePublicado: Lun Abr 10, 2023 9:07 pm Asunto Responder citando

I. RECIÉN LLEGADOS

-¿Qué mueve a un mago hasta este infernal rincón del mundo? – quien me preguntaba era el timonel de la pequeña pinaza. No me gustaban las preguntas, no me gustaban los barcos y no me gustaba aquel individuo, pero era el único modo de llegar a la isla, sobre todo en un día gris como aquel.

- Un amigo.

A lo lejos comenzaba a vislumbrarse la cima del volcán. El timonel gruñó.

- Debe de ser muy buen amigo para arrastrarle aquí. Poca gente va allí… y nadie regresa. Hemos llegado. Tal y como quedamos, el barco no se acercará más a la costa. Las corrientes y las rocas impiden alejarse una vez uno está allí. Está maldito. Seguirá con la barca al precio pactado, y le deseo una buena vida en ese agujero, si no se estrella de camino.

Observé la barca que los marineros habían dispuesto. Dos plazas, dos remos. Era consciente de que era un viaje sin retorno, pero de algún modo sabía que bajo Yserbius se escondía algo mucho mayor de lo que podía imaginar.

- No le juzgaré si decide volver… aunque le cobraré la barca igualmente.

Sin mirarle, descendí por la escalera de cuerda hasta el asiento de la barca. Cogí ambos remos y tiré hacia mi.



Un centenar de palas golpeó el agua al tiempo impulsando la enorme embarcación que se dirigía al puerto imparable. En cubierta, un viejo envuelto en una túnica roja observaba el espectáculo del puerto de Twinion. Los pendones ondeaban, y una comitiva formada por centenares observaba desde el embarcadero.

- Permitidme una vez más agradeceros vuestro viaje. La Casa de Galabrya está exultante con vuestra incorporación, y confiamos en que vuestra sabiduría traerá prosperidad y gloria a los pobladores del Reino de Twinion.

El anciano observó de reojo al adulador.
- Estoy convencido de que el beneficio será mutuo, embajador.

La nave dejó caer el ancla pesadamente mientras varios equipos de marineros la aseguraban y se apresuraban a colocar la pasarela. Un pequeño grupo de caballeros adelantó sus monturas entre la multitud de curiosos, abriendo paso a la familia real, que recibía al invitado de honor.

- Honorable Gran Maestro, es para nosotros un gran honor que hayáis aceptado nuestra propuesta. El pueblo entero está emocionado.

- Por favor, alteza, no soy amigo de las formalidades. Ahorremonos todos esos títulos, mi nombre bastará.

- Muy bien. En ese caso os pediré lo mismo, nada de alteza, sólo Leowyn. Acompañadme, Honor... eh…

- Arnakkian. Sólo Arnakkian.




Ultima edición por Kendo el Vie Abr 28, 2023 2:15 pm, editado 3 veces
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MensajePublicado: Jue Abr 13, 2023 3:31 pm Asunto Responder citando

II. REUNIONES

Tras abandonar la barca en la orilla, crucé con paso ligero los suburbios portuarios de Twinion. La ciudad era el lamentable recuerdo de la esbelta y próspera ciudad que debió ser. Envuelta en sombras y suciedad, se había convertido en el hogar de innumerables despojos humanos que se hacinaban en los rincones. Ladrones, asesinos, borrachos y otros desgraciados que me seguían con la mirada. Empecé a notar como algunos me seguían también físicamente y apreté el paso hasta que alguien me agarró el brazo. Por suerte una voz conocida rompió el silencio.

- Sigue andando. Pensaba que no llegarías nunca. Estos honorables ciudadanos no pretenden molestarte, ¿verdad amigos? A nadie le interesa meterse en líos sabiendo que mis colegas caballeros y sus espadas están justo ahí detrás. Vamos, te los presentaré.

Se le conocía comúnmente como Guardián, y era quien me había traído hasta allí. Me llevó a la taberna donde me presentó al curioso grupo con el que, según decía, alcanzaríamos la gloria.

Catorce almas contando la mía reunidos alrededor de la gran tabla de roble. Había allí dos caballeros; uno de blanca armadura, Sir Grondoval, y otro de mirada astuta, Fer, apodado el Bravido. Dos bárbaros enanos, Horjun y Darkface, bebían como trolls bajo la asqueada mirada de Lucius y Kali, elfos ambos, clérigo y mago. Ork, un enorme bárbaro orco, murmuraba enfadado en un rincón algo que me pareció descifrar como “me tenéis todos hasta los coquitos”, mientras otro orco, Night, dormitaba. Borboni, explorador gnomo con los pies en la mesa, parecía en trance mientras fumaba extrañas hierbas. Otro clérigo, Metr, meditaba solitario en un rincón. Vinuessa y Holmes, bárbaros humanos, charlaban alegremente. Por último estaba el propio Guardián, escurridizo ladrón, maestro cerrajero y cabeza pensante, que desplegaba unos mapas sobre la mesa.

- Bien, ahora que estamos todos, permitid que os explique cómo nos haremos inmensamente ricos.



Arnakkian entró en el salón. Allí estaba el artista terminando un enorme retrato de la familia real. Junto a los reyes se encontraba su hijo, el príncipe Theowayen, que esbozó una sonrisa amable. A un lado el hijo de este, Cleowyn, jugaba bajo el cuidado de su muy jóven madre. El rey Leowyn rompió su pose para acercarse al mago.

- Estimado Arnakkian, hay asuntos que debemos tratar. Sabéis que os estoy eternamente agradecido, pero he oido que estáis reclutando vuestra propia guardia entre los elfos de las nieves. Ha habido escaramuzas con mi guardia.

- Twinion siempre se ha caracterizado por ser un crisol de razas y culturas, Leowyn, los elfos son también leales a la corona. Los necesito para protegerme en mis investigaciones en las cuevas del volcán, sabéis que ultimamente ha habido… apariciones de extrañas bestias.

- Es cierto, pero temo que el pueblo lo interprete como un desafío. Os he consentido levantar vuestro propio castillo, pero no puedo daros más independencia.

- Demos al pueblo tranquilidad entonces. Permitid que sea el tutor de vuestro hijo. Las buenas gentes de Twinion entenderán que todo lo que yo haga sea en su gloria futura. A mi no me quedan muchos años en esta corta existencia, y me gustaría transmitirle todo lo que se y tengo a un alma joven.

Leowyn dudó. Pese a que el mago había traído ciencia y progreso a la isla, empezaba a abusar de sus privilegios, y la confianza del rey se tambaleaba. Pero le necesitaba, y prefería tenerle cerca y vigilado. Además, Theowayen ya era un hombre, y debía reforzar su figura. Se giró hacia la familia, encontrándose con la mirada de su hijo.

- Así sea.




Ultima edición por Kendo el Vie Abr 28, 2023 2:20 pm, editado 5 veces
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MensajePublicado: Vie Abr 14, 2023 4:01 pm Asunto Responder citando

V. EL REY LOCO

El rey Cleowyn observaba la figura de su padre en el retrato familiar, mientras apretaba los puños.

- Pelele. Cobarde. Igual que el abuelo Leowyn. Pero aún así he regresado y os vengaré. No caeré en vuestros errores. No confiaré en guardias, embajadores, magos o aduladores. Sólo en mi y en las trampas que he hecho instalar en este castillo. Esta fortaleza impenetrable me protege, y los enanos trabajan bien extrayendo el oro de la montaña. Voy a exprimir sus riquezas como nunca se hizo.

- Pero el pueblo sufre, alteza.

El rey se giró furibundo hacia quien había osado hablar así. Era su mano derecha, Deldwin, y tenía suerte de serlo, ya que cualquier otro habría sido condenado a muerte de inmediato. Pero eso podía esperar.

- Enano insolente. El pueblo tiene lo que merece. Debieron alzarse cuando sus reyes lo necesitaban. Pero aún así, yo devolveré la gloria a Twinion con el oro bajo el volcán. Quiero que los mineros doblen turnos. Y quiero que terminen el mausoleo. Nada me aterraría más que morir y no tener un lugar sacro donde descansar sobre esta montaña maldita. ¡Vamos! ¡Muévete!




Hoy se cumplen dos semanas desde que subimos la montaña hasta la construcción en la cima, el palacio del rey Cleowyn, hijo de Theowayen y último de los Galabrya. Según cuentan es en este palacio donde podemos encontrar accesos a las profundidades a través de las minas, aunque los ladrones han establecido su guarida allí y posiblemente controlen las entradas.

Lo que empezó como una búsqueda de riquezas se ha tornado pronto en un peligroso ejercicio de supervivencia. Cleowyn el Cruel llenó su palacio de trampas y pasadizos. Hace una semana perdimos a Night. El suelo se abrió bajo sus pies haciéndole caer a un pozo de lava, y todavía puedo oír sus gritos. Hemos encontrado criaturas extrañas campando a sus anchas las ruinas. Ogros, reptilianos, osos y otras criaturas que nos obligan a estar siempre en alerta. Pero eso no es ni de lejos lo más extraño a lo que nos hemos enfrentado.

Hace tres días, cuando al fin pudimos entrar en los aposentos del rey, llegamos al salón del trono. Entre sus columnas fuimos atacados por los caballeros del rey. ¡Muertos entre los vivos! Esqueletos en armadura, figuras fantasmagóricas. Una de las figuras parecía ser el propio Cleowyn. Nos sobrepasaron en número en cuestión de segundos, Kali fue atravesado por varios hierros oxidados antes de poder lanzar un hechizo, y Holmes huyó presa del pánico. No hemos vuelto a saber de él. Conseguimos hacer retroceder a los muertos a duras penas. Ahora sabemos que debemos estar preparados para todo.

Hemos encontrado la entrada al mausoleo de Cleowyn. Tras superar una dura prueba para recuperar sus bártulos reales, hemos accedido al interior y abierto la tumba. Pero allí, misteriosamente, no había nada. Fue entonces cuando Metr tuvo una visión del rey y escuchó su voz.




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MensajePublicado: Mar Abr 18, 2023 12:10 am Asunto Responder citando

VIII. EL GREMIO DE LADRONES

Gracias a las llaves, textos y mapas econtrados en el palacio de Cleowyn, hemos hecho progresos. Hemos logrado explorar el palacio sin encontrar mucho. Darkface se encontró, eso si, una extraña pieza de ajedrez. Frente a una puerta encontramos al único ser vivo que parecía pertenecer al lugar: un enano llamado Deldwin vigilaba un acceso. Decía estar condenado a guardar la puerta por toda la eternidad, sin que ningún mortal pudiese matarle. Pudimos comprobarlo cuando Vinuessa le asestó tremendo hachazo, sólo para ver como el enano, ileso, le apuñalaba sin piedad. Por suerte encontramos una ruta alternativa a través de la prisión, llegando a terreno del gremio.

Durante los últimos días nos hemos dividido en equipos para explorar el territorio subterráneo del gremio de ladrones intentando no ser vistos. Controlan la entrada a las profundidades, asegurando que nadie se les adelante en la búsqueda de las riquezas sepultadas por el volcán. Sir Grondoval y yo hemos mapeado la zona juntos y encontrado multitud de pasillos secretos para esquivar al gremio, no sin alguna escaramuza. No podría tener más digno protector. Los demás habían avanzado por otros caminos gracias a la pericia de nuestro ladrón con las ganzúas. Atravesamos terreno hostil y encontramos una entrada a las cavernas inferiores.

Anoche nos reunimos los diez para poner en común todo lo averiguado.

- Se supone que hay un fastuoso castillo bajo la montaña. Y según cuentan, perteneció al mago más poderoso que haya existido. Dicen que está lleno de riquezas, terrenales y espirituales. Y con suerte daremos con el modo de abandonar esta isla.

Guardián era locuaz, pero el grupo no terminaba de creer aquellos cuentos de hadas, pese a haber visto cadáveres lanzarse sobre ellos. Esta mañana, Horjun y Lucius habían desaparecido. Quizá hayan decidido salir, aunque sospecho que más bien han querido adelantarse para llevarse el premio. Está claro que si les vemos de nuevo quizá no sea como amigos.



- Arnakkian, los rumores cobran fuerza y me preocupan. Se dice que en esas cuevas hay poderosa magia, que estáis llevando a cabo rituales peligrosos. Las apariciones de extraños seres en la isla se multiplican, y siento deciros que no podré seguir consintiendo vuestras incursiones subterráneas. Habéis abusado de mi confianza, mago, y puesto en peligro mi reino. No seréis acusado, pero quedáis desde ahora confinado en vuestro castillo hasta nueva orden. Theowayen regresará a este palacio de inmediato, ya he enviado una patrulla a buscarle.

- Las habladurías, Leowyn

- Alteza. – cortó el rey, queriendo restaurar el orden natural de las cosas.

Arnakkian, captando el mensaje, se mostró mucho más cauto.

- Alteza, entiendo vuestra preocupación. Cesaré en mis estudios si así lo ordenais. Todo mi empeño está en mejorar la vida del pueblo y dar gloria a vuestra casa. Si eso es todo…

A una señal del rey, el hechicero abandonó el salón con una reverencia. Saliendo del palacio, subió al carro que le esperaba. Dentro se encontraba un enano siniestro al que entregó una pesada bolsa de monedas.

- Debe ser esta noche, Voranti. Guiaréis a mis Caballeros del Viento hasta el pasaje secreto, directamente a los aposentos del rey.

- Será un placer. Al gremio de ladrones siempre le gusta hacer negocios. Y no todos los días se cobra un regicidio.




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MensajePublicado: Mie Abr 19, 2023 11:22 pm Asunto Responder citando

XII. LOS CABALLEROS DEL VIENTO

Seguimos en los túneles bajo la montaña. Este enjambre de túneles se formó tras la erupción del Yserbius. Un laberinto de paredes negras y olor a azufre que sin embargo lleva a vastas zonas de la isla llenas de criaturas que una vez vivieron en la superficie y quedaron aquí atrapadas. Metr y yo hemos descifrado la mayoría de los pergaminos encontrados. Ahora sabemos que Arnakkian, el gran mago, encontró en la isla un vértice entre mundos. Una potente fuente de magia y poder que le llevó a asesinar al rey Leowyn. Es posible que fuese también el causante de la erupción.

Ayer encontramos la tumba de su cuerpo de élite, los Caballeros del Viento. El diario de un tal Morgard, junto a su cuerpo, nos ha hecho conocer que Arnakkian dejó entrar extrañas criaturas a través del vórtice e intentó someter a un ser poderoso. Según el diario, esa fue la condena de todos ellos. Cuando salíamos de allí tuvimos una desagradable sorpresa al ver cómo los cadáveres se levantaban contra nosotros, pero la pericia de Fer con la espada nos sacó del apuro. Esta batalla nos permitió reabastecernos con buenas armas y armaduras, a excepción de Guardián, que iba sopesando las armas fingiendo que ninguna le convencía, aunque todos sabíamos que eran demasiado pesadas para él. Poco después nos reencontramos con Borboni, lo que generó algo de tensión, pero finalmente no había desertado, nuestro explorador sólo se había perdido.

El grupo de ocho empieza a funcionar como un potente engranaje. Los caballeros y los bárbaros abren el paso, mago y clérigo damos cobertura al grupo, y ladrón y explorador apoyan a distancia. Vamos a necesitar todas nuestras habilidades en los ardientes túneles que nos esperan.



- ¡Larga vida al Rey Theowayen!

La lluvia sólo acentuaba el contraste entre la tristeza general y la pompa de la ceremonia. El Archiclérigo Morgard colocó la corona sobre el nuevo rey. Al terminar el ritual, ambos descendieron por un lado del altar de Wyn hasta alcanzar a Arnakkian, que esperaba.

- Mi más sentido pésame. Vuestros padres eran grandes monarcas.

- Gracias por estar a mi lado, Arnakkian, sois el único amigo que me queda. ¿Alguna novedad?

- Los Caballeros del Viento detuvieron a un pillo saliendo de palacio. Intentó huir y fue abatido a flechazos. Del gremio de ladrones. He dado orden de peinar las calles del gremio y darles un escarmiento. Permitidme asignaros una escolta de mis mejores hombres, son tiempos peligrosos.

- Gracias, Arnakkian. Espero poder contar con vuestro consejo en adelante como Mano del Rey. Vos controláis a los elfos, conocéis a los enanos, estoy seguro de que me ayudaréis a mantener el equilibrio en el reino.

- Es un honor, mi querido amigo Theowayen.




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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2023 9:23 am Asunto Responder citando

XVI. LABERINTO

- ¡Majestad!¡Majestad!

El rey Cleowyn se despertó sobresaltado. Desenvainando el puñal bajo su almohada, salió de su aposento para encontrarse con el jefe de su guardia.

- Majestad, los enanos… han encontrado algo en la mina. Han dado con una cámara enorme. Ha cedido una pared y… dicen que hay un castillo en…

- Rápido, Deldwin, llevame allí. Que nadie toque nada, todo en ese castillo me pertenece. ¡Coged sacos! Y que busquen al mago. Si vive, le arrancaré el corazón con una cuchara.

Cleowyn llevaba puestas sus joyas incluso para dormir, paranoico y desquiciado como estaba por las riquezas. Corrió tintineando tras el enano, llamando a la guardia. Bajando con toda su escolta por los intrincados túneles de las minas, llegó hasta el lugar. Frente a él, a la luz de las antorchas, se encontraban las ruinas del castillo del mago.

- Guardias, conmigo. Mineros, seguidnos. Carretillas y sacos. Cogeremos cuanto podamos cargar. Las riquezas de esta isla serán mías, o no serán de nadie.

El último rey de la Casa de Galabrya se adentró en el castillo subterráneo. Poco después, un grito aterrador se escuchó en toda la isla, despertando a los habitantes de Twinion y haciendo aullar a los animales.
Nunca se volvió a saber de Cleowyn el Cruel.




Al fin llegamos al final de los túneles superiores. Ante nosotros se abrió una enorme caverna, y a lo lejos, allá abajo, asomaban sobre la niebla las almenas del castillo, nuestro objetivo. Tras algunos saltos peligrosos para iniciar el descenso, hemos llegado al Templo de Wyn. Montañas de cadáveres se apilan en el lugar donde aquellos que quedaron atrapados por la erupción vinieron a refugiarse.

- Este parece un buen lugar para descansar – comentó Sir Grondoval

- Antes me afeito los cojones a mordiscos –fue la respuesta de Ork, que miraba asqueado a su alrededor.

Cerca de allí, mi percepción mágica me llevó hasta una pared. Tras quitar unos ladrillos y meter la mano, saqué el Prisma Lunar, un extraño objeto que desprendía gran poder mágico. Junto a él una nota firmda por Kanasgwyn, último superviviente del Templo de Wyn, contaba cómo los elfos de las nieves habían arrasado el lugar, e incluía un dibujo de lo que parecían cuatro gemas en un orden concreto.

Darkface, que seguía recogiendo todo lo que le parecía interesante, había encontrado una baraja de cartas, que guardó con su pieza de ajedrez. Paramos a descansar, y no tardamos en darnos cuenta de que, por tercera vez, habíamos perdido a Borboni.




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MensajePublicado: Lun Abr 24, 2023 12:13 am Asunto Responder citando

XIX. ÉXODO

- La mejor época fue la de Glaze.

- Ni en broma, Pantera no era nada hasta la llegada de Anselmo, además..

- ¡DRAGÓN!

El grito de Fer interrumpió la discusión de Darkface y Ork al tiempo que el enorme reptil caía sobre ellos y los caballeros se interponían entre sus garras y la compañía. Habíamos bajado la guardia y nos tuvimos que recomponer para defendernos de la bestia, pero mientras Fer atravesaba la cabeza del animal, otras ocho criaturas aleteaban a nuestro alrededor, desatando el infierno.

- ¡A la gruta! ¡Son demasiados! – Sir Grondoval daba órdenes mientras se colocaba en primera linea, luchando con valentía contra dos de las bestias pero en clara desventaja.

Rápidamente intentamos retroceder hasta una cueva, pero los dragones nos cortaban el paso. Volaron los dardos de fuego y las flechas, brillaron las hachas y espadas, y cayó otro enemigo. Las llamas consumían la extraña vegetación, y cuando alcancé el refugio pude ver como Grondoval, cubriendo el acceso a la cueva, había quedado rodeado por los dragones restantes. Uno de ellos se giró hacia nosotros, listo para lanzar una llamarada.

- ¡Marchaos! ¡Os cubro! - fue lo último que escuchamos decir al caballero mientras el fuego empezaba a fundir su escudo y el humo salía de su armadura.

Atacó al dragón que nos amenazaba, y no dudé en lanzar un último dardo contra el techo de la caverna, poniendo una tonelada de rocas entre el peligro y el grupo. Grondoval desapareció tras el derrumbe.

Heridos y abatidos por la pérdida, los siete restantes alcanzamos la parte baja de la gruta. Allí encontramos todo un pueblo que malvivía a las puertas del castillo. Lo llamaban el Éxodo.

- ¿QUIÉN ME LLAMA A TRAVÉS DEL VÓRTICE?

- Yo, Arnakkian, Gran Maestro de Alta Hechicería.

- ¿CUÁL ES EL MOTIVO?

- Deseo vuestro poder, el poder del tiempo, el poder de la inmortalidad.

- NO SOIS DIGNO DE TAL PODER.

- Me lo mostraréis, queráis o no, o permaneceréis encadenado por mi hechizo.

- ¿CÓMO TE ATREVES, MORTAL? ¿ACASO NO SABES QUIÉN SOY YO? ENTRARÉ EN TU MUNDO Y LO DESTRUIRÉ.

- Claro que lo se. Sois el Elemental del Tiempo, el que controla el ahora, el ayer y el mañana. Pero también sois, desde ahora, mi esclavo… En-li-Kil.




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MensajePublicado: Lun Abr 24, 2023 5:45 pm Asunto Responder citando

XXI. NOCHE DE POKER

Han pasado seis días desde que llegamos al Éxodo. Tras recibir la bendición del Fénix en su templo, junto al puente levadizo, nuestras heridas se curaron y recibimos nuevas fuerzas. Hoy hemos entrado finalmente al castillo de Arnakkian, Castlegate.

El Gran Salón ofrecía una vista desoladora. Desde luego, no encontraríamos riquezas aquí. Diríase que había habido una gran fiesta, y que en un momento, se había tornado en muerte. Copas en las mesas, varios juegos de cartas por el suelo entre esqueletos aplastados… incluso un enorme barril en el que había crecido un manzano retorcido.

En el centro del salón, una zona despejada tenía la forma de un enorme tablero de ajedrez. Descubrimos que la sala ocultaba varios enigmas y el ajedrez era un acertijo, que desvelamos gracias a las inscripciones y la pieza del caballo encontrada por Darkface.

Finalmente se nos abrió un acceso secreto. Utilizando las cartas, finalmente encontramos una sala secreta donde, junto a un cadaver, se escondían escritos y diarios que nos mostraron la verdadera dimensión de la oscuridad bajo la montaña.



- ¡Por Arnakkian el Grande! – gritó uno de los caballeros elfos alzando su copa.

- ¡Por Arnakkian! –gritó la multitud al unísono.

Sólo el Archiclérigo Morgard observaba con desdén la situación. Una fiesta fastuosa a la que todo el pueblo había sido invitado y más de la mitad había acudido. Las damas bailaban sobre el suelo damado, algunos borrachos se amontonaban en los rincones, había partidas de cartas, juegos varios e incluso pesca de manzanas con la boca en un enorme barril lleno de agua. Un espectáculo tan alegre como decadente. El propio rey Theowayen estaba allí, en una esquina, mirando embobado el fondo de su jarra y en malas compañías.

- ¿Qué celebramos, Arnakkian? – inquirió a voz en grito el Archiclérigo.

- Se celebra, amigo mio, la victoria. El objetivo de toda una vida. Bajo esta montaña he encontrado el secreto de la inmortalidad, clérigo. Y gracias a él, Yserbius será el centro del mundo conocido.

- ¡Blasfemia! ¡Magia oscura! Sé que hay un portal ahí abajo, lo he visto en mis visiones. ¡Esta locura debe parar de inmediato!

La gente calló de pronto observando a ambos ancianos. La mirada de Arnakkian no era la que conocían sino una menos amable. Finalmente se quitaba la careta y entre los asistentes empezaba a sentirse la tensión. El mago subió a la tarima.

- Estimado Morgard. Observad a vuestro alrededor. Los caballeros que nos guardan me sirven a mi, mientras vuestro rey se ha convertido en un inútil. Es cuestión de tiempo que yo adquiera poder absoluto y entonces reinaré sobre esta isla. Y sobre todas las islas.

Fue en ese preciso momento cuando todo empezó a temblar. La gente miró alrededor. Las columnas se resquebrajaban y el castillo parecía hundirse. Con una explosión, Yserbius entró en erupción y todos empezaron a correr en distintas direcciones mientras el techo caía sobre ellos. En cuestión de minutos, ríos de lava habían cerrado las salidas, y el edificio entero desapareció bajo la tierra.

- ¿Qué habéis hecho? –murmuró Morgard horrorizado. Arnakkian parecía por una vez asustado, aunque era el único que sabía lo que ocurría.

- NO PUEDO SER ENCADENADO ETERNAMENTE, MAGO. ES TARDE PARA VOSOTROS. PARA TODOS.




La lectura de los escritos del archiclérigo Morgard, posteriores a la erupción, nos hicieron entender que Arnakkian no sólo había liberado a un ser terrible, sino que este estaba bajo la montaña haciéndose cada vez más poderoso, preparándose para invadir nuestro mundo. Era este ser, En-li-Kil, quien mantenía la isla apartada del mundo. Y eramos nosotros, siete vulgares cazatesoros, los únicos que podíamos impedirlo.


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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2023 12:52 pm Asunto Responder citando

XXIV. MÁS ALLÁ DEL ABISMO

Arnakkian se arrastró bajo una columna, apartando cadáveres, se alzó y miró a su alrededor. A través de los agujeros se podía ver la inmensa gruta en la que se encontraba el castillo tras el hundimiento. Los ríos y cascadas de lava que lo rodeaban conformaban ahora la iluminación natural del lugar.

Observó a los supervivientes que huían hacia el ruinoso Templo de Wyn, también hundido, como buena parte de la isla. Estaba furioso, y no iba a dejar que sus planes se fuesen al traste tan fácilmente. Recogió su báculo y salió, pateando la corona de Theowayen, dispuesto a bajar de nuevo hasta el vórtice.
- ¡En-li-Kil! ¡Yo te desafío!



- ¿Estáis seguros de que esto es una buena idea? – dijo Ork mirando hacia abajo desde las almenas. Ya no sabíamos qué ideas eran buenas o no, pero tras árdua lucha acabábamos de derrotar a Andreas, el gigantesco elemental de roca que nos había intentado impedir el paso, así que ese debía de ser el camino correcto.

- Es un salto de fe. De fe-nomenal ostia contra el suelo.

Fer era quien había pronunciado esas palabras, pero apretando en la mano la gema que habíamos obtenido en la batalla, dio un paso hacia el abismo. Y luego otro. Y otro. Y así avanzamos en la oscuridad hacia la nada, sobrevolando el castillo. Pronto llegamos a una plataforma y desde allí accedimos a un lugar extraño más allá de este mundo, una suerte de laberinto de espejos con palabras talladas. Nos costó horas entender el acertijo que ocultaban y las palabras que debíamos componer, pero finalmente me detuve frente a una última pared y, con paso decidido, la atravesé. Y así llegamos a la tumba de Arnakkian, sencilla, levantada por sus últimos caballeros.

Y allí, Arnakkian nos encontró a nosotros.

La aparición espectral nos atacó lanzando todo su armamento mágico, que a duras penas pude detener, chocando mi rayo con el suyo. Entre las chispas se desató el caos mientras más criaturas esqueléticas se nos echaban encima, pero el resto del rupo cerró filas en torno a mi y a Metr, que empezó su letanía protectora fortaleciendo al grupo. Las armas de los bárbaros, ladrón y caballero prendieron fuego místico, y nuestro contraataque no fue menos fiero que el ataque del mago. En una batalla que me pareció eterna, nos enfrentamos al liche, hasta que finalmente sus fuerzas empezaron a flaquear ante mi magia. Fer, Darkface, Guardián y Ork consiguieron repeler a las criaturas que nos rodeaban, no sin sufrir heridas y quemaduras, pero finalmente, en una llamarada verdosa y con un espeluznante grito de rabia, el mago cayó ante las armas bendecidas del grupo. Lo que una vez fue Arnakkian había dejado de existir.

Y yo caí, exhausto.




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MensajePublicado: Jue Abr 27, 2023 10:40 am Asunto Responder citando

XXV. ROBAR A UN LADRÓN

Cuando desperté estaba encadendo. Aprovechando nuestra debilidad, los ladrones que de algún modo gobernaban Éxodo se nos habían echado encima. Mientras nos llevaban a través del poblado, sus habitantes nos observaban temerosos junto a sus hogueras. Una adivina se nos acercó y susurró:

- Donde el cielo y la tierra se tocan, a través del arco iris, encontraréis vuestro destino. ¡Buscad las gemas!¡LAS GE-MAS!”

Nos llevaron frente a su jefe, un enano de largas barbas y mirada depravada, encorvado en una silla tallada. Guardián no pudo ocultar su sorpresa.

- ¡Voranti! Dijeron que habías muerto a manos de la guardia.

- Los rumores sobre mi muerte han sido enormemente exagerados. Me arrastré hasta la montaña, y como ves no me ha ido mal. Yo soy la autoridad en Éxodo, y mi señor estará encantado de ver que protejo sus dominios.

- ¿Tu señor?

- En efecto, ladronzuelo. Ahora sirvo a un ser más poderoso que cualquier rey y yo decido quien puede pasar por aquí. En-li-Kil y yo tenemos un trato. Yo me encargo de grupitos como el vuestro y él me hará señor de la isla cuando surja al mundo exterior.

Mientras escuchaba no pude evitar fijarme en que Fer se acercaba disimuladamente a uno de los guardias. Algo estaba pasando.

En ese momento una flecha impactó en el guardia, el caballero le robó el hacha, cortó sus cuerdas y liberó a los bárbaros. El origen de las flechas que seguían cayendo no era otro que Borboni, que una vez más nos había encontrado y atacaba desde una pasarela. En pocos minutos los enemigos estaban heridos o en retirada, mientras Guardián asestaba una puñalada fatal al líder y le robaba el llavero. Con él, podíamos seguir avanzando hacia el interior de la montaña.

Abriendo la reja con que los ladrones habían cerrado el acceso a las profundidades, llegamos a las aldeas élficas.



Los caballeros enanos dejaron caer al prisionero frente al rey enano de Torbriar.

- Le encontramos husmeando en la frontera de nuestros dominios.

- ¿Cuál es vuestro nombre, elfo, y por qué os habéis alejado tan temerariamente de los bosques élficos hacia la frontera de dos naciones enemistadas? Si nos servís con información fiable, quizá os dejemos ir con vida. – interpeló el señor de Torbriar mesandose la larga barba.

- Soy Arnach, explorador, señor. No deseo ningún mal, sólo busco semillas para salvar el Gran Árbol de Aldbora. Mi pueblo está en peligro, y pronto…

- ¡Tonterías! – exclamó Nasranti, mago del reino enano - ¡Algo traman! ¡Los elfos son sirvientes de Arnakkian, y siempre lo serán. Hace semanas se vió a algunos de ellos llevando un cuerpo humano hasta los bosques. ¡Estoy seguro de que salen a cazar a la superficie y no quieren compartir la ruta de escape!

- Nosotros no…

- Basta. – cortó el rey – Te dejaremos ir por esta vez. Pero los enanos hemos librado ya guerra contra trolls y ogros aquí abajo y establecido un territorio, y no sois bienvenidos en él. No tendrás otra oportunidad.

- Gracias, benevolente señor.




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MensajePublicado: Jue Abr 27, 2023 12:17 pm Asunto Responder citando

XXVIII. MUERTE Y VIDA

- ¿Qué traéis ahí? ¿Un muerto?

- Órdenes del jefe. Quiere que llevemos el cuerpo del rey tan profundo como podamos.

- No digas sandeces… ¡Arnakkian está muerto! ¡En-li-Kil le destrozó! ¡Le enterramos en su castillo!

- Tú no has visto lo que yo ahí arriba. Su cuerpo quizá siga en la tumba, pero el jefe sigue ahí, y no seré quien le lleve la contraria. Y ahora agarra de los pies y ayúdanos.




La segunda semana entre los elfos de las nieves ha sido mucho más placentera y tranquila, recuperándonos de las batallas, e incluso nos hemos permitido algunas rondas de "Diversión con banderas", el juego preferido del ladrón. Ya casi hemos olvidado que fuimos recibidos a flechazos por algunos todavía afines a Arnakkian y tuvimos que abrirnos paso a través de los extraños bosques subterraneos de Pinecone. Allí tuvimos que cruzar además un nido de mantícoras, en el que encontramos una estatua de piedra sospechosamente parecida a Lucius.

Mientras realizábamos el ritual mágico de las estaciones para hacer rebrotar el sagrado Árbol de Aldbora, Metr y Borboni han viajado a la superficie gracias a un portal que descubrió el explorador. Han llevado los restos de Cleowyn que los elfos nos entregaron hasta su mausoleo, tal y como su espectro había pedido. A cambio del descanso eterno, negado por Arnakkian, el difunto último rey de Twinion nos ha entregado poderoso equipamiento para todos. Bueno, todos excepto Guardián que, según él, sigue sin decidirse una vez más y continúa con su chaleco y su navaja de bolsillo.

Esta mañana nos despertó el jolgorio de los Clérigos de Oakleaf, y Sorshian el anciano vino a contarnos la buena nueva: lo habíamos conseguido, el Árbol de Aldbora estaba sanando y dando fruto de nuevo. Habíamos salvado a los elfos.

Ante el ahora vital Árbol de Aldbora recibimos de la tribu la sagrada gema verde. Fer la guardó junto a la amarilla y la azul, encontrada en la tumba de Arnakkian mientras pensaba para sus adentros que quedarían muy bien en un guantelete. Según las leyendas que Sorshian nos contaba, las gemas eran la llave del arco iris que nos permitiría llegar hasta el vórtice. Sólo nos faltaba una, en manos de los enanos, antes del combate final.

Pero los enanos no daban nada gratis, y menos a los amigos de los elfos.




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MensajePublicado: Jue Abr 27, 2023 11:30 pm Asunto Responder citando

XXIX. TIERRA DE GIGANTES

La joven traducía el añejo pergamino sobre su escritorio apretando con ansia la pluma de ganso, tensando cada músculo de su cuerpo.

- Arnakkian Slowfoot – murmuró para si, dejándola caer sobre el papel.

Entonces era cierto. Los escritos cifrados que había encontrado hablaban sobre sus sospechas sobre un gran poder oculto en Twinion, y pertenecían al antiguo Gran Maestro.

Twinion… ella no había nacido en la isla, pero se sentía ligada a ella. Al fin y al cabo era la tierra de sus antepasados, y su padre había vuelto allí, dejándola atrás para que finalizase su formación. La escasa correspondencia que recibía de él llegaba siempre con meses de retraso, por vía de halcones, ya que era por todo el mundo sabido que la isla estaba aislada desde hacía años. Se podía ir allí, pero no abandonarla.
Aeowyn volvió de su ensimismamiento, recogió su pluma y siguió descifrando el código. Sabía que aquello era importante para ella, para su padre y para el destino de Twinion.




- Hemos llegado. Si me pillan más allá de este punto puedo darme por muerto. Ahí abajo estan las Puertas de Torbriar, el reino enano. Sólo hay dos formas de entrar: encadenado, o con la Llave del Rayo Solar. He probado la primera y no os la recomiendo.

Arnach, nuestro guía elfo, señalaba desde el saliente donde nos encontrabamos, frente a una gruta inmensa en la que todavía entraba algún resquicio de luz por agujeros en el techo. Al fondo se encontraban los enormes portones de Torbriar, y por el centro de la cueva discurría el Río de la Eternidad, de aguas malditas.

- No os deis un baño. Dicen que sus aguas grises te roban la vida y el alma, así que mirad bien donde pisáis. Siguiendo su cauce llegaréis a tierra de gigantes, donde se encuentra el altar sagrado donde podréis forjar la llave.

- ¿Tienen una puerta blindada de veinte metros, y el molde de la llave por ahí,en el exterior? – Fer estaba perplejo.

- A mi no me preguntes, son enanos, no esperes ideas brillantes… con perdón, amigo – sentenció el elfo con una palmada en la espalda de Darkface.

Durante horas bajamos hasta el fondo de la gruta, llegando al borde del río. Sus aguas grises eran opacas, sin el mínimo destello, cubiertas de fina niebla, e incluso su murmullo asemejaba un lamento. Con sumo cuidado seguimos su curso hasta encontrar, finalmente, un altar, iluminado verticalmente por un único rayo de sol que entraba por una apertura en el alto techo. Allí, Darkface sacó el trozo de metal azul que había guardado, puso en marcha la pequeña fragua que había, y empezó a trabajar en la llave.

Todo habría sido un paseo de no ser porque seis gigantes, verdosos y arbóreos, aparecieron dispuestos a aplastarnos. El enano, absorto en su trabajo, fue el primero en salir volando de un martillazo, atravesando una columna de piedra en su camino. Otro gigante habría rematado la faena de no ser por Ork, que lo detuvo gentilmente cercenándole la pierna de un hachazo. Nos defendimos a golpes y hechizos y finalmente se batieron en retirada, dejándonos tres gigantescos cadáveres.

Ya recuperados y fría la llave, volvimos rápidamente río arriba hasta las enormes puertas. Allí, en un lado, una puertecilla de metro y medio de altura mostraba una talla solar, indicándonos que ese era el camino correcto.




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MensajePublicado: Jue Abr 27, 2023 11:38 pm Asunto Responder citando

XXXIII. LA ÚLTIMA PARADA

Durante estos días de reposo hemos conseguido que los enanos nos toleren, como ya he narrado en capítulos anteriores, ayudándoles con algun problema, alternando encargos con juegos. Cansados de “Diversión con banderas”, nos hemos entretenido con acertijos y preguntas de índole cultural y con las imitaciones de Fer. También hemos intentado limar asperezas entre elfos y enanos, con nulo éxito, y recorrido las calles del reino, llenas de forjas y herrerías a cada paso.

El enorme dragón que se había adueñado de las cuevas superiores supuso un reto, y no pudimos evitar acordarnos de Grondoval. Finalmente acabamos con la bestia, y el rey bajo la montaña nos permitió quedarnos con la gema roja de los enanos, sabiendo que la necesitabamos para enfrentar al elemental. Esto significa que podemos partir hacia la última etapa de nuestro viaje, con las cuatro gemas del destino conocimiento. Sin embargo, la cara de preocupación de los exploradores enanos que vienen del exterior nos hace pensar que será una etapa llena de peligros.

Los cíclopes que se habían hecho fuertes en un rincón de las cuevas de Torbriar ya no serán un estorbo. Cuando Fer entregó la cabeza del líder cíclope a los enanos, estos nos prometieron además un barco con el que avanzar por el río hasta nuestro destino, evitando peleas innecesarias.

Hoy hemos sido llamados a la sala del trono, donde nos esperaba el rey junto a Nasranti el mago.

- En-li-Kil está llamando a todas las bestias y criaturas malditas de las profundidades, trayendo gigantes y criaturas de fuera de este mundo. Además, no está solo. Ya habéis vencido a Andreas, el elemental de roca. Encontraréis más elementales a vuestro paso, y necesitaréis toda la ayuda que podáis conseguir. Y recemos a Wyn para que los Dralkarianos no vengan detrás. Tomad, he mandado forjar esto para vosotros. Es la Espada Flex, más ligera que el propio viento. Sabréis cuando usarla.

Nasranti entregó la espada a Fer, que la sopesó sorprendido.

- Gracias, soy más de Pikolín, pero servirá – dijo el caballero, envainando el arma.

El barco prometido no está terminado, y cada vez hay más criaturas en los alrededores, por lo que mañana partiremos y los enanos nos llevarán la embarcación por el río hasta alcanzarnos. Esta noche nos conviene descansar, las próximas jornadas serán duras.



Aeowyn arrugaba en sus manos la carta portadora de malas noticias. Su padre había muerto en extrañas circunstancias. ¿Extrañas circunstancias? Todo era extraño en aquella isla maldita. Durante los últimos meses se había obsesionado con ella. Los pergaminos de Arnakkian, el trágico destino de su familia, todo parecía relacionado de algún modo.

¿Debía acudir a la llamada de Twinion? Sin duda estaba preparada. Su formación había terminado hacía años, era una poderosa hechicera, pero sobre todo se lo debía a su sangre. Después de todo, era hija de Cleowyn, y la última descendiente de la Casa de Galabrya.


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MensajePublicado: Vie Abr 28, 2023 12:19 am Asunto Responder citando

XXXIV. LA BATALLA DE TORBRIAR

Al abandonar Torbriar nos invadió un pesar, un mal presagio. Conforme avanzábamos junto al curso del río, nos sentíamos observados. A pesar de la enormidad de la gruta, era extraño no ver ni una sola criatura al acecho, ni siquiera un leon de las montañas o un reptiliano tras las rocas. Era la calma que precedía a la tormenta.

De pronto, ante nosotros vimos gigantes y cíclopes. Habría al menos diez. Pero no venían a por nosotros. No era un ataque rabioso como otras veces. Esta vez era algo más, algo organizado. Estaban esperando.

- Podemos con diez. Podríamos con veinte – dijo Borboni cargando su arco.

Es curioso que el explorador no se diese cuenta de cómo, por los flancos, más criaturas comenzaban a aparecer cerrándonos la retirada. Mantícoras, escorpiones gigantes, ogros y esqueletos. Criaturas que nada tenían que ver entre ellas, algunas de mente corta, pero que parecían bajo el dominio de una entidad superior y se movían como soldados de un mismo ejército.

No teníamos opción y comenzamos a correr junto al río mientras las criaturas aceleraban para darnos caza. Lo único que podíamos hacer era intentar llegar al final de la gruta, a una estrechez, y allí cerrarles el paso de algún modo. No corríamos tanto.

Comenzó una lucha despiadada junto a las aguas. Borboni sacaba ojos a flechazos, Guardián degollaba a un gigante subido a sus espaldas, Ork y Darkface despedazaban todo cuanto se ponía a su alcance, Fer blandía su espada contra las bestias que se acercaban demasiado, y Metr y yo hacíamos caer un infierno de dardos sobre todo tipo de criaturas.

No era suficiente. Pronto nos vimos rodeados entre la multitud y el agua, y el aire se llenó de wyverns, grifos y dragones. Un guerrero esquelético clavó su espada en el costado de Darkface, que devolvió el golpe haciendo volar huesos y armadura. Un león saltó sobre mi y tropecé, y habría caído al agua de no ser por Ork, que me agarró del brazo y me empujó hacia afuera. En ese momento de guardia baja, un gigante le golpeó con fuerza, y el bárbaro cayó al río.

- ¡Ork! –grité, intentando buscarle, pero no se veía nada bajo la superficie.

Metí mi bastón en el agua tanteando, hasta que encontré algo, y la mano del orco se agarró con fuerza luchando contra la corriente. Con sumo esfuerzo lo saqué a a la orilla mientras Fer nos protegía, pero incluso el caballero parecía exhausto y desesperado.

Entonces, cuando todo parecía perdido, una lluvia de flechas oscureció la cueva y cayó sobre nuestros enemigos entre aullidos de dolor. Alzamos la vista y vimos, sobre los salientes de roca, a cientos de elfos de las nieves cargando sus arcos de nuevo. Habían acudido a pagar su deuda.

Los dragones y otras bestias aladas se dirigieron directos hacia ellos, diezmándolos con sus llamaradas. Nos estaban dando algo de tiempo, pero no la victoria.

Fue en ese momento cuando un sonido atronador hizo que casi todo el mundo girase la cabeza. Las enormes puertas de piedra de Torbriar se abrían. De ellas salieron, alborotando y agitando sus armas, cientos de enanos deseosos de sangre.

En cuestión de minutos se produjo el encontronazo, las fuerzas de En-li-Kil empezaron a perder la ventaja ante aquella marea inesperada. Dragones caían del cielo, gigantes ardían en llamas. Elfos y enanos se habían unido durante un momento para darnos una salida. En medio de la vorágine, por el río, apareció un pequeño barco dorado.

- ¡Aquí llega vuestro nuevo carruaje! ¡Rápido, subid, no podremos retenerles mucho tiempo!

El enano que gritaba saltó del barco alzando su hacha al tiempo que nosotros subíamos. Darkface se apoyaba en Fer y Ork en Guardián, y cuando todos estuvimos a bordo nos dejamos llevar por las aguas, alejándonos mientras observábamos la espectacular Batalla de Torbriar.


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