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Drácula - Cap. XIII
 
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Corrie
Torturador
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Registrado: Feb 08, 2006
Mensajes: 308
Ubicación: Celda 321
MensajePublicado: Mar Oct 31, 2006 1:12 am Asunto: Drácula - Cap. XIII Responder citando

1 de julio. Sus arañas se están convirtiendo ahora en una molestia tan grande como sus moscas, y hoy le dije que debe deshacerse de ellas. Se puso muy triste al escuchar esto, por lo que le dije que por lo menos debía deshacerse de algunas. Aceptó alegremente esta propuesta, y le di otra vez el mismo tiempo para que efectuara la reducción. Mientras estaba con él me causó muchos disgustos, pues cuando un horrible moscardón, hinchado con desperdicios de comida, zumbó dentro del cuarto, él lo capturó y lo sostuvo un momento entre su índice y su pulgar, y antes de que yo pudiera advertir lo que iba a hacer, se lo echo a la boca y se lo comió. Lo reñí por lo que había hecho, pero él me arguyó que tenía muy buen sabor y era muy sano; que era vida, vida fuerte, y que le daba vida a él. Esto me dio una, o el rudimento de una idea. Debo vigilar cómo se deshace de sus arañas. Evidentemente tiene un arduo problema en la mente, pues siempre anda llevando una pequeña libreta en la cual a cada momento apunta algo.
Páginas enteras de esa libreta están llenas de montones de números, generalmente números simples sumados en tandas, y luego las sumas sumadas otra vez en tandas, como si estuviese "enfocando" alguna cuenta, tal como dicen los auditores.

8 de julio. Hay un método en su locura, y los rudimentos de la idea en mi mente están creciendo; pronto será una idea completa, y entonces, ¡oh, cerebración inconsciente!, tendrás que ceder el lugar a tu hermana consciente. Me mantuve alejado de mi amigo durante algunos días, de manera que pudiera notar si se producían cambios. Las cosas permanecen como antes, excepto que ha abandonado algunos de sus animalitos y se ha agenciado uno nuevo. Se consiguió un gorrión, y lo ha domesticado parcialmente. Su manera de domesticar es muy simple, pues ya han disminuido considerablemente las arañas. Sin embargo, las que todavía quedan, son bien alimentadas, pues todavía atrae a las moscas poniéndoles de tentación su comida.

19 de julio. Estamos progresando. Mi amigo tiene ahora casi una completa colonia de gorriones, y sus moscas y arañas casi han desaparecido. Cuando entré corrió hacia mí y me dijo que quería pedirme un gran favor; un favor muy, muy grande; y mientras me hablaba me hizo zalamerías como un perro. Le pregunté qué quería, y él me dijo, con una voz emocionada que casi se le quebraba en sollozos:
-Un gatito; un pequeño gatito, sedoso y juguetón, para que yo pueda jugar con él, y lo pueda domesticar, ¡y lo pueda alimentar, y alimentar, y alimentar!
Yo no estaba desprevenido para tal petición, pues había notado cómo sus animalitos iban creciendo en tamaño y vivacidad. Pero no me pareció agradable que su bonita familia de gorriones amansados fueran barridos de la misma manera en que habían sido barridos las moscas y las arañas; así es que le dije que lo pensaría, y le pregunté si no preferiría tener un gato grande en lugar de un gatito. La ansiedad lo traicionó al contestar:
-¡Oh, sí!, ¡claro que me gustaría un gato grande! Yo solo pedí un gatito temiendo que usted se negara a darme un gato grande. Nadie puede negarme un pequeño gatito, ¿verdad?
Yo moví la cabeza y le dije que de momento temía que no sería posible, pero que vería lo que podía hacer. Su rostro se ensombreció y yo pude ver una advertencia de peligro en él, pues me echo una mirada torva, que significaba deseos de matar. El hombre es un homicida maniático en potencia. Lo probaré con sus actuales deseos y veré qué resulta de todo eso: entonces sabré más.

10 p. m. Lo he visitado otra vez y lo encontré sentado en un rincón, cabizbajo.
Cuando entré, cayó de rodillas ante mí y me imploró que por favor lo dejara tener un gato; que su salvación dependía de él. Sin embargo, yo fui firme y le dije que no podía decírselo, por lo que se levantó sin decir palabra, se sentó otra vez en el rincón donde lo había encontrado y comenzó a mordisquearse los dedos. Vendré a verlo temprano por la mañana.

20 de julio. Visité muy temprano a Renfield, antes de que mi ayudante hiciera la ronda. Lo encontré ya levantado, tarareando una tonada. Estaba esparciendo el azúcar que ha guardado en la ventana, y estaba comenzando otra vez a cazar moscas; y estaba comenzando otra vez con alegría. Miré en torno buscando sus pájaros, y al no verlos le pregunté donde estaban. Me contestó, sin volverse a verme, que todos se habían escapado. Había unas cuantas plumas en el cuarto y en su almohada había unas gotas de sangre. No dije nada, pero fui y ordené al guardián que me reportara si le había sucedido alguna cosa rara a Renfield durante el día.
11 a. m. Mi asistente acaba de venir a verme para decirme que Renfield está muy enfermo y que ha vomitado muchas plumas. "Mi creencia es, doctor -me dijo-, que se ha comido todos sus pájaros, ¡y que se los ha comido así crudos, sin más!".
11 p. m. Esta noche le di a Renfield un sedante fuerte, suficiente para hacerlo dormir incluso a él, y tomé su libreta para echarle una mirada. El pensamiento que ha estado rondando por mi cerebro últimamente está completo, y la teoría probada. Mi maniático homicida es de una clase peculiar. Tendré que inventar una nueva clasificación para él y llamarlo maniático zoófago (que se alimenta de cosas vivientes); lo que él desea es absorber tantas vidas como pueda, y se ha impuesto la tarea de lograr esto de una manera acumulativa. Le dio muchas moscas a cada araña, y muchas arañas a cada pájaro, y luego quería un gato para que se comiera muchos pájaros. ¿Cuál hubiera sido su siguiente paso? Casi hubiera valido la pena completar el experimento. Podría hacerse si hubiera una causa suficiente. Los hombres se escandalizaron de la vivisección, y, sin embargo, ¡véanse los resultados actuales! ¿Por qué no he de impulsar la ciencia en su aspecto más difícil y vital, el conocimiento del cerebro humano? Si por lo menos tuviese yo el secreto de una mente tal, si tuviese la llave para la fantasía de siquiera un lunático, podría impulsar mi propia rama de la ciencia a un lugar tal que, comparada con ella, la fisiología de Burdon Sanderson o el conocimiento del cerebro de Ferrier, serían poco menos que nada. ¡Si hubiese una causa suficiente! No debo pensar mucho en esto, so pena de caer en la tentación; una buena causa puede trasmutar la escala conmigo, ¿pues no es cierto que yo también puedo ser un cerebro excepcional, congénitamente?
Qué bien razonó el hombre; los lunáticos siempre razonan bien dentro de su propio ámbito. Me pregunto en cuántas vidas valorará a un hombre, o siquiera a uno. Ha cerrado la cuenta con toda exactitud, y hoy comenzará un nuevo expediente. ¿Cuántos de nosotros comenzamos un nuevo expediente con cada día de nuestra vida? Me parece que sólo fue ayer cuando toda mi vida terminó con mi nueva esperanza, y que verdaderamente comenzó un nuevo expediente. Así será hasta que el Gran Recordador me sume y cierre mi libreta de cuentas con un balance de ganancias o pérdidas. ¡Oh, Lucy, Lucy!, no puedo estar enojado contigo, ni tampoco puedo estar enojado con mi amigo cuya felicidad es la tuya; pero sólo debo esperar en el infortunio y el trabajo. ¡Trabajo, trabajo!.
Si yo pudiese tener una causa tan fuerte como la que tiene mi pobre amigo loco, una buena causa, desinteresada, que me hiciera trabajar, eso sería indudablemente la felicidad.
Del diario de Mina Murray
26 de julio. Estoy ansiosa y me calma expresarme por escrito; es como susurrarse a si mismo y escuchar al mismo tiempo. Y hay algo también acerca de los símbolos taquigráficos que lo hace diferente a la simple escritura. Estoy triste por Lucy y por Jonathan. No había tenido noticias de Jonathan durante algún tiempo, y estaba muy preocupada; pero ayer el querido señor Hawkins, que siempre es tan amable, me envió una carta de él. Yo le había escrito preguntándole si había tenido noticias de Jonathan y él me respondió que la carta que me enviaba la acababa de recibir. Es sólo una línea fechada en el castillo de Drácula, en la que dice que en esos momentos está iniciando el viaje de regreso a casa. No es propio de Jonathan; no acabo de comprender, y me siento muy inquieta. Y luego, también Lucy, aunque está tan bien, últimamente ha vuelto a caer en su antigua costumbre de caminar dormida. Su madre me ha hablado acerca de ello, y hemos decidido que yo debo cerrar con llave la puerta de nuestro cuarto todas las noches. La señora Westenra tiene la idea de que los sonámbulos siempre salen a caminar por los techos de las casas y a lo largo de las orillas de los precipicios, y luego se despiertan repentinamente y se caen lanzando un grito desesperado que hace eco por todo el lugar. Pobrecita, naturalmente ella está ansiosa por Lucy, y me ha dicho que su marido, el padre de Lucy, tenía el mismo hábito; que se levantaba en las noches y se vestía y salía a pasear, si no era detenido. Lucy se va a casar en otoño, y ya está planeando sus vestidos y cómo va a ser arreglada su casa. La entiendo bien, pues yo haré lo mismo, con la diferencia de que Jonathan y yo comenzaremos la vida de una manera simple, y tendremos que tratar de hacer que encajen las dos puntas. El señor Holmwood (él es el honorable Arthur Holmwood, único hijo de lord Godalming) va a venir aquí por una breve visita, tan pronto como pueda dejar el pueblo, pues su padre no está tan bien, y yo creo que la querida Lucy esta contando los minutos hasta que llegue. Ella quiere llevarlo a la banca en el cementerio de la iglesia sobre el acantilado y mostrarle la belleza de Whitby. Me atrevo a decir que es la espera lo que la pone impaciente: se sentirá bien cuando él llegue.

27 de julio. Ninguna noticia de Jonathan. Me estoy poniendo intranquila por él, aunque no sé exactamente por qué; pero sí me gustaría mucho que escribiera, aunque sólo fuese una línea, Lucy camina más que nunca, y cada noche me despierto debido a que anda de arriba abajo por el cuarto. Afortunadamente el tiempo está tan caluroso que no puede resfriarse; pero de todas maneras la ansiedad y el estar perpetuamente despierta están comenzando a afectarme, y yo misma me estoy poniendo nerviosa y padezco un poco de insomnio. A Dios gracias, la salud de Lucy se sostiene. El señor Holmwood ha sido llamado repentinamente a Ring para ver a su padre, quien se ha puesto seriamente enfermo. Lucy se impacienta por la pospuesta de verlo, pero no le afecta en su semblante, está un poquitín más gorda y sus mejillas tienen un color rosado encantador. Ha perdido el semblante anémico que tenía. Rezo para que todo siga bien.

3 de agosto. Ha pasado otra semana y no he tenido noticias de Jonathan. Ni siquiera las ha tenido el señor Hawkins, de quien he recibido comunicación. Oh, verdaderamente deseo que no esté enfermo. Es casi seguro que hubiera escrito. He leído su última carta y hay algo en ella que no me satisface. No parece ser de él, y sin embargo, está escrita con su letra. Sobre esto último no hay error posible. La última semana Lucy ya no ha caminado tanto en sueños, pero hay una extraña concentración acerca de ella que no comprendo; hasta cuando duerme parece estarme observando. Hace girar la puerta, y al encontrarla cerrada con llave, va a uno y otro lado del cuarto buscando la llave.

6 de agosto. Otros tres días, y nada de noticias. Esta espera se está volviendo un martirio. Si por lo menos supiera adónde escribir, o adónde ir, me sentiría mucho mejor: pero nadie ha oído palabra de Jonathan desde aquella última carta. Sólo debo elevar mis oraciones a Dios pidiéndole paciencia. Lucy está más excitable que nunca, pero por lo demás sigue bien. Anoche hubo mal tiempo y los pescadores dicen que pronto habrá una tormenta. Debo tratar de observarla y aprender a pronosticar el clima. Hoy es un día gris, y mientras escribo el sol está escondido detrás de unas gruesas nubes, muy alto sobre Kettleness. Todo es gris, excepto la verde hierba, que parece una esmeralda en medio de todo; grises piedras de tierra, nubes grises, matizadas por la luz del sol en la orilla más lejana, colgadas sobre el mar gris, dentro del cual se introducen los bancos de arena como figuras grises. El mar está golpeando con un rugido sobre las poco profundas y arenosas ensenadas, embozado en la neblina marina que llega hasta tierra.
Todo es vasto; las nubes están amontonadas como piedras gigantescas, y sobre el mar hay ráfagas de viento que suenan como el presagio de un cruel destino. En la playa hay aquí y allá oscuras figuras, algunas veces envueltas por la niebla, y parecen "Árboles con formas humanas que caminaran". Todos los lanchones de pesca se dirigen rápidamente a puerto, y se elevan y se sumergen en las grandes olas al navegar hacia el puerto, escorando. Aquí viene el viejo señor Swales. Se dirige directamente hacia mí, y puedo ver, por la manera como levanta su sombrero, que desea hablar conmigo.
Me he sentido bastante conmovida por el cambio del pobre anciano. Cuando se sentó a mi lado, dijo de manera muy tímida:
-Quiero decirle algo a usted, señorita.
Pude ver que no estaba tranquilo, por lo que tomé su pobre mano vieja y arrugada en la mía y le pedí que hablara con plena confianza; entonces, dejando su mano entre las mías, dijo:
-Tengo miedo, mi queridita, que debo haberle impresionado mucho por todas las cosas malévolas que he estado diciendo acerca de los muertos y cosas parecidas estas últimas semanas; pero no las he dicho en serio, y quiero que usted recuerde eso cuando yo me haya ido. Nosotros, la gente vieja y un poco chiflada, y con un pie ya sobre el agujero maldito, no nos gusta para nada pensar en ello, y no queremos sentirnos asustados; y ése es el motivo por el cual he tomado tan a la ligera esas cosas, para poder alegrar un poquitín mi propio corazón. Pero, Dios la proteja, señorita, no tengo miedo de la muerte, no le tengo ni el menor miedo; sólo es que si pudiera no morirme, sería mejor. Mi tiempo ya se está acabando, pues yo ya soy viejo, y cien años es demasiado para cualquier hombre que espere; y estoy tan cerca de ella que ya el Anciano está afilando su guadaña. Ya ve usted, no puedo dejar la costumbre de reírme acerca de estas cosas de una sola vez: las burlas van a ser siempre mi tema favorito. Algún día el Ángel de la Muerte sonará su trompeta para mí. Pero no se aflija ni se arrepienta de mi muerte -dijo, viendo que yo estaba llorando-, pues si llegara esta misma noche yo no me negaré a contestar su llamado. Pues la vida, después de todo, es sólo una espera por alguna otra cosa además de la que estamos haciendo; y la muerte es todo sobre lo que verdaderamente podemos depender. Pero yo estoy contento, pues ya se acerca a mí, querida, y se acerca rápidamente. Puede llegar en cualquier momento mientras estemos mirando y haciéndonos preguntas. Tal vez está en el viento allá afuera en el mar que trae consigo pérdidas y destrucción, y penosas ruinas, y corazones tristes. ¡Mirad, mirad! -gritó repentinamente-. Hay algo en ese viento y en el eco más allá de él que suena, parece, gusta y huele como muerte. Está en el aire; siento que llega. ¡Señor, haced que responda gozoso cuando llegue mi llamada!
Levantó los brazos devotamente y se quitó el sombrero. Su boca se movió como si estuviese rezando. Después de unos minutos de silencio, se puso de pie, me estrechó las manos y me bendijo, y dijo adiós. Se alejó cojeando. Todo esto me impresionó mucho, y me puso nerviosa.
Me alegré cuando el guardacostas se acercó, anteojo de larga vista bajo el brazo.
Se detuvo a hablar conmigo, como siempre hace, pero todo el tiempo se mantuvo mirando hacia un extraño barco.
-No me puedo imaginar qué es -me dijo-. Por lo que se puede ver, es ruso. Pero se está balanceando de una manera muy rara. Realmente no sabe qué hacer; parece que se da cuenta de que viene la tormenta, pero no se puede decidir a navegar hacia el norte al mar abierto, o a guarecerse aquí. ¡Mírelo, otra vez! Está maniobrando de una manera extremadamente rara. Tal parece que no obedece a las manos sobre el timón; cambia con cualquier golpe de viento. Ya sabremos más de él antes de mañana a esta misma hora.

_________________
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guardian
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Registrado: Oct 28, 2005
Mensajes: 9839

MensajePublicado: Dom Nov 19, 2006 5:43 am Asunto Responder citando

Cuando puedas deja un nuevo capítulo, que la gente está mordiéndose ya los muñones con tanta intriga, jajaja.
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mercenario
Alquimista del mal
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Registrado: Mar 17, 2006
Mensajes: 2280

MensajePublicado: Dom Nov 19, 2006 12:02 pm Asunto Responder citando

jej yo me atrase un pococ con los capitulos, voy a ver si me hago un tiempo para ponerme al dia ^_^
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Registrado: Jun 17, 2006
Mensajes: 287

MensajePublicado: Vie Nov 24, 2006 4:51 pm Asunto Responder citando

Debe de ser un excelente relato al igual que los anteriores.

Aunque, he de admitir que, tanto éste como el anterior aún no los he podido leer porque estoy muy ocupado ya que en estos días he estado recopilando algunas ratas para tener “reservas”, ya que cada vez las ratas son más escasas…

Pero en cuanto pueda intentaré leerlo porque cada vez la intriga que tengo es mayor…
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