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Ratones en el laberinto
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niktgrump
Supremo Inquisidor
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Registrado: Jun 05, 2006
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MensajePublicado: Lun Ene 18, 2010 1:28 pm Asunto Responder citando

No, lo cierto es que no hice ninguna lista, personajes importantes son en realidad pocos, el resto apenas son mencionados y los pillaba de la lista de usuarios, o de gente conocida en los foros pero no demasiado prolífica xDDD
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niktgrump
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Registrado: Jun 05, 2006
Mensajes: 868

MensajePublicado: Dom Ene 24, 2010 3:14 pm Asunto Responder citando

15. Un atajo.

No tenía tiempo de sentir remordimientos por haber matado a un prisionero por poco más que un pedazo de pan. Hacia horas que no había comido, tiempo en el que había corrido y había peleado por mi vida.

Gracias a Mercenario había recortado la distancia que me separaba de Arote, la presa que con su intento de fuga había iniciado toda la locura que me había acompañado aquellas últimas horas.

Salí de la celda. Todos los prisioneros que hacia unos minutos paseaban por el pasillo se habían escondido en sus calabozos. Me sonreí orgulloso. Provocaba el miedo.

Empecé a correr nuevamente girando a izquierda y derecha hasta llegar a una pared. Con el cuchillo entre los dientes la escalé. Me colé por una abertura en la roca y salí a un estrecho sendero. A mi izquierda no había más que negritud. No podía verse la pared opuesta a la que pegaba mi sudado cuerpo.

Abajo, muy abajo, en otro nivel podía ver la corriente del río que alimenta La Mazmorra. En ese punto las aguas están embravecidas y me llegaba su ruido.

Me maldije por no llevar una antorcha pues la luz era escasa y el paso peligroso. Pero emprendí el camino tanteando la pared y el suelo temiendo que cada nuevo paso me lanzara al vacío.

Caminar al borde del abismo. Sólo que ahora era literal y no como cuando 7 me había hecho prisionero. Estaba loco y eso ayudó a Corrie, una Vigilante de La Mazmorra como yo mismo, a enrolarlo en un plan que pretendía acabar conmigo. Lo cierto es que 7 no sólo se había vuelto loco, también caníbal y con la excusa de ofrecerme de ofrenda a algún oscuro dios, comerme. La cosa ya estaba mal, yo atado y herido, que Corrie se tomó revancha haciéndome dos caras con la mía original y un cuchillo, y desnudo. Y justo cuando todo parece que no puede empeorar atacan a 7 unos prisioneros que habían sido parte de su menú. En la pelea casi muero, incluso antes de que cumpliesen su amenaza de matarme, gracias a algún que otro golpe perdido.

Pero es que todo aquí es locura. Caemos en este oscuro sitio sin saber muy bien el porqué, sin recordar más que retazos de la vida exterior que nos torturan por su brillo. La situación convierte a la mayoría en una especie de zombis sin mente que vagan por los pasillos, sin rumbo, a merced de Guardián que decide quien come hoy y quien muere. Y también sufren los caprichos de los que son como yo, de los ambiciosos, los fuertes, la gente que logra hacerse esbirro de Guardián. Es una cadena de sufrimiento y cuanto más alto estás menos recibes. Así que en realidad no puedo culpar a Corrie por tratar de matarme, soy un obstáculo en su ascensión.

Lo gracioso es que a veces creo que es, precisamente esta cadena, la que eterniza La Mazmorra. Siempre habrá un Guardián por que siempre habrá alguien que logre el puesto, dejando tras de sí un reguero de cadáveres, comenzando el entrenamiento del que le sustituirá.

Todas nuestras luchas, todos los sufrimientos podrían ser eso, un entrenamiento para convertirnos en el nuevo rey de La Mazmorra, si sobrevives.

Yo estuve a punto de no hacerlo. Unos murciélagos se molestaron por meterme en su territorio y revolotearon en torno a mí. Tratándolos de ahuyentar perdí pie y caí sonoramente al suelo, con medio cuerpo en el vacío. Vi a una piedra desprendida del paso caer a plomo hasta el río pero no llegué a oír el “plof” e imaginé que si hubiera sido yo difícilmente hubiera sobrevivido.

Al tratar de incorporarme, el trozo de montaña en el que estaba se colapsó. Giré sobre mi mismo y alcancé a un saliente que se había salvado con un brazo. El hombro amenazó con descoyuntarse mientras mis piernas buscaban frenéticamente un hueco en el que apoyarme.

El salidero era demasiado estrecho para que cupiese mi cuerpo, pero me agarré con todas las fuerzas.

No podía alcanzar a ver donde volvía a existir paso, podían ser tres metros o trescientos. Tanteé la pared hasta encontrar una fisura pequeña que me permitiera anclar el brazo. Cuando la encontré busqué otra para la pierna.

Penosamente logré alcanzar de nuevo la plataforma. No debían ser más de cinco metros los que había recorrido, pero estaba tan exhausto que me tumbé unos segundos para recuperar el aliento. Los dedos de pies y manos estaban ensangrentados. Había perdido el cuchillo y tenía rasguños por todo el cuerpo.

Deseé que Mercenario apareciera y me ayudara como me había ayudado con 7. 7 creía que la zona este era su coto privado de caza, pero Mercenario era el rey. Había sido él quien había mandado a los prisioneros a medio comer a la celda de 7 y luego, cuando la pelea estaba en su punto más alto, a sus hombres-topo, su ejército de engendros, a detenerla. Así tenía excusa para acabar con los desmanes de 7 y dificultar los planes de Corrie que sin mí de por medio acabaría apuntado algo más alto. No, no había sido por amistad, pero a mi me bastaba. Al menos curó mis heridas y me dio un reconstituyente que permitió que pese a todo el cansancio y el dolor pudiera seguir con la caza de Arote, aunque no la había retenido para entregármela cuando tuvo oportunidad. Y por eso acababa de estar a punto de morir. No sólo tenía que encontrar a Arote, tenía que hacerlo antes que el asesino que había mandado Corrie para ganar aún más puntos frente a Guardián.

Cuando me levanté, con la respiración entrecortada todavía continué andando a tientas, la salida no debía estar muy lejos.

(continuará)
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guardian
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Registrado: Oct 28, 2005
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MensajePublicado: Vie Ene 29, 2010 3:38 am Asunto Responder citando

Ya he podido ponerme al día buscando un hueco entre estudios y exámenes Very Happy He de decirte, Nikt, que estos últimos capítulos son los que más me están gustando, especialmente el de Mercenario. Sabes que soy de los que me gusta más cuando se sugiere que cuando se enseña, hablando metafóricamente, por lo que disfruto más de los episodios en los que no muestras la acción tan directa y dejas que sea la imaginación del lector la que trabaje. Por ello creo que el de Mercenario es el más completo hasta el momento, ya que es en el que mejor conjugas acción y diálogo, manteniendo una sintonía entre ambos que le dota de dinamismo al relato sin necesidad de que ocurra nada significativo.

A ver si se conecta Merce pronto, ya que se encuentra de vacaciones, para así poder comprobar su aparición estelar, que tenía muchas ganas de verse representado y por fin le ha llegado el momento Very Happy
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niktgrump
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Registrado: Jun 05, 2006
Mensajes: 868

MensajePublicado: Vie Ene 29, 2010 2:32 pm Asunto Responder citando

Lo cierto es que tengo curiosidad en ver que opina Merce, es el primer usuario aun activo con papel que sale.

Y lo siento, Guardián, pero lo que queda ya es pura acción xDDDD
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niktgrump
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Registrado: Jun 05, 2006
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MensajePublicado: Lun Feb 01, 2010 12:55 am Asunto Responder citando

16. Vía muerta.

Llegué por fin al final de la plataforma. Una estruendosa cascada cortaba el camino a unos metros de mí. El agua me salpicaba como lo hacía con las paredes que mostraban gran cantidad de musgo.

Respiré hondo y tomé algo de carrerilla antes del salto, no podía quedarme corto o acabaría 20 o 30 metros más abajo con la fuerza del salto de agua arrastrándome al fondo del río.

Sentí el agua helada bañando todo mi cuerpo cuando crucé la cortina de agua y di un grito victorioso cuando aterricé con mi espalda en el suelo.

Bebí unos tragos de agua helada de mis manos y me limpié rápidamente la sangre. La adrenalina me funcionaba tan bien como la bebida de Mercenario.

Me deslicé por una pared hasta un pasillo guiñé los ojos por la diferencia de luz. Pero no necesitaba ver, ya me llegaba el olor de mi destino. El olor de la podredumbre, de la corrupción definitiva. Cuando me acerqué mis oídos me hablaron de cosas que se arrastran en el suelo, de ratas que luchan entre ellas por un pedazo de carne, de gusanos y de moscas.

Tras un último giro a la izquierda se abrió ante mí una gran sala natural. Estaba en el sitio donde antes o después acaba todo prisionero. El techo se perdía en la infinita oscuridad, pero en el suelo y en las paredes crecían enormes hongos que emitían una pálida y verdosa fosforescencia que aumentaba el aspecto espectral del Cementerio.

Entre los hongos engordados con la carne de los muertos, entre el musgo reseco, lo único bello que crece en La Mazmorra. Las flores del infierno. Aunque nunca han visto el sol son tan grandes como mi puño y de un rojo intenso. Y cuando se abren su fragancia se mezcla con la de los cadáveres a medio pudrir.

Aquí terminaba La Mazmorra como tal por el lado de La Tumba. Más al este estaba la Tierra de Nadie, una tierra salvaje y desconocida. Pero no una salida. Guardián enviaba periódicamente a grupos de prisioneros para agrandar sus dominios, pero eran pocos los que volvían.

¿Se me habría adelantado ya Arote y se había atrevido a cruzar el límite, marcado por un pequeño lago? Si era así ¿daba la cacería por acabada? Decidí esperar un rato torciendo el gesto ante el hedor.

Una rata chilló a unos pasos de mí, un ciempiés que superaba el medio metro de largo pasó a mis pies. En la luz verdosa y apagada de los hongos fosforescentes veía palos torcidos y rotos, hitos improvisados que marcaban algunas tumbas. Era cerca de esos palos donde nacían la mayoría de las flores del infierno.

Pero en realidad en todo el cementerio no habría más que dos docenas de tumbas. El suelo era de piedra y por tanto imposible de cavar en él. A los muertos se les lanzaba a una sima que servía de improvisada fosa común. El hedor era insoportable y no envidiaba a los encargados de ocuparse de los cuerpos.

Me sentía muy nervioso. No me gusta aquel lugar. He oído muchas historias de devoradores de cadáveres y de fuegos fatuos. Y casi prefería entrar ya en la Tierra de Nadie. Total, tal como me había ido el día tendría que acabar entrando.

Arote acabó apareciendo por un camino distinto por el que yo había entrado y que era el que vigilaba. Caminaba con paso lento pero más con respeto o tranquilidad que con temor. Me agaché esperando que no me hubiese visto, quería que estuviera cerca de mí cuando me viera, no me apetecía seguir corriendo y busqué una piedra o un palo que me ayudase, pero no había nada. Tendría que matarla con mis propias manos.

De pronto recordé cuanto le asustaban las ratas de recién llegada, sin embargo ahora caminaba entre ellas sin inmutarse.

Me desesperé con su parsimonia y corrí hacia ella dando un grito. Arote también chilló y echó a correr por donde había venido. La alcancé a los pocos metros y me eché sobre ella. Rodamos por el suelo intercambiando algún golpe.

Quedó encima de mí y enseguida tuve sus rodillas sobre mi pecho inmovilizándome de paso los brazos. Con una mano hundió mi cara en el limo y la soltó justo para darme un puñetazo que hizo que tuviera el sabor metálico de la sangre en mi boca. Había olvidado que las chicas olvidaban en La Mazmorra como se supone que deben pelear las chicas.

Me cayó otro golpe y Arote paró.

-¿Nikt? ¿Eres tú, Niktgrump? –Titubeó. Ya me preocuparía después del porqué pero aproveché su despiste para zafarme de su presa. Liberé un brazo lo suficiente como para darle un empujón que la desequilibró. Luego le devolví un golpe que la tiró al suelo.

-Tengo que hablar contigo. –Decía mientras yo me levantaba a toda prisa.

-Si es para pedirme clemencia, lo siento, pero llevarte de la oreja a Guardián no nos sirve ni a ti ni a mí. Tengo que matarte, habértelo pensado antes.

-Tienes que venir conmigo. –Me dijo. Me reí. –Hay una…

-Que apropiado que os encuentre aquí. Así no tendré que arrastrar vuestros cuerpos muertos. –La nueva voz firmó sus palabras con una sonora risa. Había estado tan ocupado con Arote que no había oído que alguien se acercaba a mi espalda. Un error que podía costarme muy caro.

(continuará)
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Cinismo
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MensajePublicado: Vie Feb 05, 2010 1:02 am Asunto Responder citando

Bien bien bien... Después de un capítulo de transición o "relleno" como el 15... vuelve la acción y el misterio...

Excelente...

Razz
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guardian
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MensajePublicado: Vie Feb 05, 2010 1:50 am Asunto Responder citando

Jo, pues a mí el 15º me gustaba Sad
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Cinismo
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MensajePublicado: Vie Feb 05, 2010 4:15 am Asunto Responder citando

guardian escribió:
Jo, pues a mí el 15º me gustaba Sad


Un capítulo de transición o de "relleno" no tiene porque no gustar, simplemente es un capítulo que no aporta demasiado a la trama principal y que sí se lo sustrae el hilo argumental de toda la obra se vería inalterado. A eso me refiero yo. Hay capítulos de relleno en series que a veces están mejores que los que no son de relleno xD
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guardian
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MensajePublicado: Vie Feb 05, 2010 4:57 am Asunto Responder citando

Es que incluso en el cine las películas de acción con cantidad de efectos especiales me aburren soberanamente. Es más, ni las veo. No soy tanto de acción y de plasmar los acontecimientos de una manera incisiva, sino de sugerir como ya dije.

Por poner otro ejemplo, las películas de terror con secuencias de sangrías y violencia explícita tampoco me gustan nada; sin embargo, las de terror psicológico, sí.
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niktgrump
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MensajePublicado: Jue Feb 11, 2010 12:25 pm Asunto Responder citando

Sí, el episodio 15 era relleno puro, que me parecía corto el relato xDDDD

Pido perdón por no publicar el correspondiente al pasado domingo, me fue imposible. Este domingo retomaremos la publicación. Y hay acción a raudales, y de la descerebrada como no podia ser de otro modo. ¿Quien es el misterioso nuevo personaje? ¿Atraparé a Arote de una vez? ¿Queda mucho para que acabe el relato?...
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guardian
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MensajePublicado: Jue Feb 11, 2010 6:32 pm Asunto Responder citando

Pero publica ya hoy uno, pataliebre, que si no el domingo nos vamos a juntar con dos Laughing
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niktgrump
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MensajePublicado: Dom Feb 14, 2010 6:57 pm Asunto Responder citando

17. La cazadora.

-Que bien que estéis aquí en el cementerio. Me ahorráis tener que arrastrar vuestros cuerpos. –La risa que firmó aquellas palabras era inconfundible. Marxianna. Pero se suponía que ella estaba bajo la protección del mismísimo Guardián, que era su mano derecha para los asuntos más sucios. Volvía a tener dudas sobre la participación del jefazo en esta historia.

-Hola Marxi. –Me giré y escupí al suelo un poco de sangre. Como siempre ella iba arrebujada en una larga capa.

-Uh, tienes mal aspecto Nikt. –Dijo después de pegarme un vistazo.

-No me lo tengas en cuenta. Acabo de darme una ducha. –Nos reímos como si no fuéramos a matarnos dentro de unos segundos. -¿Sabes? Siempre me he preguntado que tendrías debajo de esa capa. –Volvimos a reírnos.

-Pues sólo tenías que preguntarlo. –Sonrió con picardía y echó los brazos para atrás. Yo y mi bocaza. Tenía dos espadas que desenvainó suavemente.

Di un paso atrás. Y otro más.

-Seguro que podemos arreglarlo de otra manera. –Dije mientras echaba la cabeza hacia atrás para evitar el filo de sus armas.

-Hay dos formas de hacerlo. ¿Prefieres que te atraviese el corazón o qué te enseñe como son tus tripas?

Di un salto a la izquierda esperando ver un hueco en su defensa.

-¿Qué tal si nos decimos “buenas noches” y nos vamos a nuestras celdas? O al menos quedamos otro día que tenga yo mi propia espada.

-Sí supongo que sería lo justo. –Dijo mientras me obligaba a retroceder nuevamente. –Nah, la vida no es justa.

-Pues al menos mátala a ella primero.

-Que caballeroso por tu parte. –Rió y luego emitió un gemido al lanzar un nuevo ataque. –Ahora cállate y estate quieto, Nikt.

En el siguiente embate Marxi me engañó. Olvidé que luchaba contra dos espadas y perdí de vista la izquierda una fracción de segundo. Un lacerante dolor en el costado y un hilo de sangre me lo recordaría para el resto del combate. Por suerte fue una herida superficial.

-¿Ves? Si te hubieras estado quieto todo habría terminado ya. –Como siempre que hablaba, Marxianna lo dijo entre risas. Como si todo se tratase de una broma. En ese momento odié su risita. –Por cierto, final de camino. –Me hizo un gesto de cabeza para que mirara a mi espalda. Lo hice vigilando a la cazadora con el rabillo del ojo. Marxianna me había estado llevando allí desde el principio. Supongo que lo de ahorrarse arrastrar nuestros cuerpos no era una broma después de todo.

Con tanto salto habíamos llegado al foso donde La Mazmorra se deshacía de los muertos. Un paso más y caería.

-Supongo que tú ganas. –Suspiré profundamente como aceptando la derrota. Me arrepentí enseguida, el olor de los cuerpos en putrefacción no es agradable. -¿Sabes?, siempre supe que sería así. Que serías tú la que acabaría conmigo.

-¿Y por eso trataste de matarme la primera noche?

-Bueno, la verdad es que la primera noche me deje engañar por tu aspecto dulce. Pensé que sería fácil robarte la comida.

-Te di una buena paliza, ¿eh?

-No lo recuerdo así. Si no estoy equivocado, apareció Guardián y fue él quien te salvó el cuello. Pero que a partir de ahí sí que me dije que serias tú quien acabaría conmigo.

Traté de adelantarme y golpear a Marxianna pero me encontré con la punta de la espada en el cuello.

-Supongo que puedes esperar a que aparezca y te salve a ti.

-Pues sería el momento justo.

Marxi giró la cabeza a ambas direcciones. –Creo que no va a venir. Lo siento.

-¿Y qué opinará Guardián de que le traiciones? Ya sabes, unirte a Corrie, primero yo, luego te ordenará matar a Merce… quizá a Corrie misma después…

Marxi sonrió.

-Eres patético intentando ganar tiempo. Pero debería estar orgulloso. Es él el que no para de hablar de la supervivencia del más fuerte y todos esos rollos darwinistas. Así que podríamos decir que no lo traiciono. Incluso podríamos decir que cumplo órdenes.

-¿Entonces es cierto que Guardián es el que ha ordenado mi muerte?

-Oh, venga, se hace tarde y todavía tengo que matar a Arote. –Se quejó. -Te echaré de menos, no es nada personal y todas esas cosas que se dicen en momentos así.

La espada derecha trazó un arco para cortarme la cabeza. Casi sin pensar eché el cuerpo para atrás y detuve su golpe agarrándole la muñeca con ambas manos. Acto seguido con un movimiento reflejo mi brazo izquierdo hizo lo mismo con la otra espada. Esta vez no me olvidé de ella.

Una vez pude quitar la cara de “¿yo he hecho eso?” apreté con fuerza sus muñecas pero no soltó las armas.

Forcejeamos unos segundos al borde del pozo. Pequeñas piedras caían hacia el negro fondo, mientras los ojos sin brillo de los muertos parecían tratar de adivinar quien de los dos acabaría uniéndose a ellos.

-Y ¿ahora qué Marxi? Sin espadas no eres nada. Soy más fuerte que tú, acabaré tirándote al precipicio.

Marxianna estrelló su cabeza contra mi cara. De mi nariz empezó a manar un chorro de sangre espesa. La solté y enseguida me explotó algo en el estomago. La patada no sólo me había dejado sin respiración, noté que no tenía suelo bajo mis pies. Y después caí.

-No te cansas de equivocarte, ¿verdad? – Apuesto que dijo.

(continuará)
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MensajePublicado: Lun Feb 15, 2010 2:02 am Asunto Responder citando

¡¡¡Síiii!!! Ya estoy aquíii!! Twisted Evil

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MensajePublicado: Lun Feb 15, 2010 2:35 am Asunto Responder citando

¡Hey! ¡Aparición estelar de Marxi! ¡A lo grande! Laughing

A todo esto, Nikt parece un Caballero del Zodiaco el tío; tiene ya el cuerpo hecho un queso gruyere de tantas palizas que se está llevando y sigue aguantando el tipo Laughing

¿Arote ha leído la novela? Es que con el papelazo que tiene me imagino que le constará su participación Laughing
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niktgrump
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Mensajes: 868

MensajePublicado: Dom Feb 21, 2010 2:53 pm Asunto Responder citando

18. Entre los muertos.

Caí por la sima unos tres metros a plomo, luego rebote varias veces sobre los cuerpos de varios prisioneros para finalmente rodar por la pronunciada pendiente.

Tras un segundo de calma unos cuantos cuerpos que había empujado en mi caída desplomaron sobre mí. Uno explotó como una fruta madura llenándome de gusanos y carne.

Y ni siquiera podía gritar, sólo emitir unos sordos jadeos. Y tal vez eso salvó mi vida.

-¿Sigues vivo? –Oí que preguntaba Marxianna unos metros más arriba. Aunque no podía verla la imaginé asomada al precipicio disfrutando de su victoria, dándome por muerto y dispuesta a matar a Arote.

Inspiré profundamente llenando mis pulmones del malsano hedor de la corrupción. Siempre se asocia la muerte con el frío. En aquella fosa común hacia un calor de mil demonios. Me incorporé lentamente sintiendo un indescriptible dolor. El brazo izquierdo se había salido de sitio y colgaba de mi costado inútil. En la espalda tenía un corte que sangraba profusamente.

Miré hacia arriba. Tendría que subir unos buenos veinte metros, calculé. Ni siquiera se me pasó por la cabeza el rendirme. Supongo que el estado de shock me ayudaba. Quería la revancha.

Apreté los dientes y coloqué con un crujido el brazo en su sitio. Ya no podía sentir más dolor. Mis sentidos estaban saturados. Oí en mi cabeza la pregunta de Mercenario: “¿Cómo puedes seguir vivo?”. La respuesta fácil era que ya estaba muerto, que La Mazmorra era el infierno. En ese momento era la más creíble.

Acabé levantándome. En la oscuridad casi completa era imposible decidir cual seria el mejor camino para subir. Así que simplemente di un paso hacia delante.

Intentaba ir lo más rápido posible, aunque supiera que para cuando llegara arriba Marxi ya se habría encargado de Arote. Esperaba que al menos le diese algo de trabajo y no se quedara inmóvil como había hecho conmigo Arote. Si me daba unos minutos…

Traté de no resbalar. Un pequeño paso en falso y podía acabar incluso más abajo que antes. Subía utilizando piernas y manos, pisando cadáveres sin mucho miramiento mientras veía los ojillos furiosos y rojos de las ratas desear que no escapase. Supongo que querían algo de carne fresca.

Noté un pequeño latigazo en el tobillo, como si un mosquito se hubiera estrellado contra mí, pero húmedo, viscoso. Aquello disparó todos mis sentidos. Con la piel de gallina salté lateralmente justo para ver como una cabeza de serpiente se alzaba de entre los muertos y atacaba el lugar donde había estado.

Al tragar sólo aire y carne putrefacta la cabeza se alzó siseando.

-¡Oh, mierda! –Las ratas salieron despavoridas y me pareció buena idea imitarlas. Aquel carroñero levantaba la cabeza a dos metros del suelo. Su lengua bífida se movía buscándome en la semioscuridad del pozo mientras unos bracitos vestigiales acabados en garras trataban de agarrarme. Su boca abierta me mostraba unas hileras de colmillos gastados y rotos. Y mientras empecé a subir frenéticamente deseé tener una vida aburrida para variar.

A pesar de moverme a toda velocidad oía a aquel engendro imposible a dos pasos de mí moviéndose pesadamente, apartando y aplastando cuerpos con facilidad, mordiendo allí donde yo había estado un segundo antes.

¿Cuántas veces se podía escapar de la muerte en un sólo día? Era cuestión de tiempo que notase su huesuda mano en mi hombro pidiéndome que la acompañara. Y aunque había algo de deseable en su oferta me continué moviendo.

Finalmente tropecé y caí al suelo de bruces. Me giré para poder ver a aquel ser innatural, mientras buscaba algo con lo que defenderme y escupía los restos de lo que prefiero no saber qué, o quién, era.

Se detuvo ante mí aquella serpiente infernal alzándose, regocijándose de su triunfo. Se acercó y me palpó con su gran legua bífida la cara. Siseó mientras su aliento, ardiente y corrupto, me mareaba.

Alzó de nuevo su cabeza triangular y abrió sus fauces. Dos colmillos gigantes rodeados de una hilera de otros más pequeños pero igualmente afilados aclaraban sus intenciones. Iba a atacar.

En el momento justo en que se lanzaba contra mí, mi mano alzó un hueso que acabó estrellándose contra su cara.

El cuello de la serpiente se echó para atrás y se ladeó sorprendida mientras que sus garras apenas formadas arañaban el aire. Abrió otra vez sus fauces, bufó, y se lanzó nuevamente hacia mí.

Tal vez fue suerte o un instinto preternatural. Alcé de nuevo mi mano. El frío sudor que me bañaba parecía hervir ante la fetidez del aliento del engendro. Cuando sus fauces se cerraron sobre mi brazo, no llegaron a morder. Había logrado colocar el hueso a modo de palanca en su boca. Se movía intentando desembarazarse de él. La fuerza con la que trataba de cerrar sus mandíbulas, poder partir en dos el hueso, casi podía notarlo yo en la presión del aire, como un golpe.

Me moví por puro instinto, sin saber que hacia. Me coloqué a su espalda y salté sobre ella, intentando no resbalarme en su piel escamosa, agarrándome con fuerzas que ni sabía que me quedaban a su cuello para que sus bandazos no me derribaran.

La serpiente decidió enfrentarse a un solo enemigo por vez y con un crack que me heló la sangre acabó por partir el hueso.

Empezó a moverse más violentamente, más como si tratara de morder a su espalda que a bajarme de ella. Sin embargo yo había conseguido un buen agarradero.

(continuará)
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