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Publicado: Sab Jun 19, 2010 5:22 pm Asunto: Crónicas de un Mercenario
La verdad que como Supremo Inquisidor mis labores en la mazmorra se han reducido a meros papeleos que poco tiempo me toma resolver, dejandome pleno tiempo libre. Por lo cual valiendome de esta libertad, e inspirado en los relatos de Niktgrump, en estos días he comenzado a escribir mis memorias y deseo compartirlas con ustedes... a continuación les dejaré la primera parte donde se describen los primeros y confusos momentos de mi estadía en este terrible lugar.
Crónicas I (El despertar)
El frío piso de piedra quemando mi rostro... el ardor de heridas recientes... la desesperación... cómo llegué aquí, quién soy? No puedo recordar nada...
Desperté en una oscura caverna, temblando de frío y vestido sólo con unos pantalones harapientos y una vieja camiseta, en un rincón la luz de una vela iluminaba tímidamente el fondo de la gruta, estaba apoyada sobre una pequeña y derruida mesa de madera, sobre ella también descansaba un trozo de papel amarillento doblado al medio. Tomé el papel, era una carta, la leí:
“Sólo quiero que sepas que hay otro mundo después de este, vida después de la vida y muerte después de la muerte, entre tinieblas te espero, entre sueños que se desvanecen y pesadillas que parecen eternas, amor mío, sé que vendrás por mí y yo esperaré el momento de nuestro reencuentro...”
Estas palabras arrastraron a la luz memorias desde lo mas profundo de mi inconsciente, memorias vagas y confusas, pero memorias al fin; mis únicos recuerdos, mi único tesoro, y lo único que me mantiene vivo hasta hoy día... recuerdos de una vida anterior, armonía, un amor que me llenaba de dicha... no se donde ni cuando, pero fue real y esta carta es la prueba, debo encontrarla. No se si esto es el infierno, el mas allá; no se si es real pero no me importa solo quiero encontrarla.
Vela en mano examiné la misteriosa gruta, un pasillo al otro extremo de la habitación era la única salida del lugar, y hacia allí me dirigí. El túnel desembocaba en una caverna más grande que la primera, una corriente de aire apagó la vela y la negrura lo cubrió todo, tras unos instantes mis ojos se acomodaron a la oscuridad y un haz de luz azulina llamó mi atención. Me dirigí hasta allí, era una salida a otro pasillo, este estaba construido de cemento y débilmente iluminado por tubos fluorescentes... el primer indicio de civilización.
No habia alcanzado a avanzar más que unos pocos metros cuando comencé a sentir un nauseabundo hedor que se potenciaba a cada paso, me cubrí la nariz y seguí adelante, tras unos instantes avisté un bulto negruzco al final del corredor, junto a una puerta. Me acerqué para descubrir que el inerte bulto era la causa del insoportable hedor, una masa amoratada vestida en ropas negras... era un cuerpo humano en estado de putrefacción, morado y cubierto de larvas, las tripas se me invirtieron y lancé un oscuro y espumoso vómito que impactó contra la pared formando una uniforme mancha que, en contraste con la pared blanca, se asimilaba a esas figuras abstractas que utilizan los psicólogos para estudiar a sus pacientes. Me incorporé, el hedor seguía pero ya podía soportarlo. Observé el cuerpo y noté que su chaqueta y sus botas estaban en buen estado, asique me apropié de las prendas sacudiendo los gusanos. Junto al cuerpo se encontraba una puerta de metal apenas
abierta, era la única salida y hacia allí me dirigí.
A continuación les entrego el segundo episodio de las crónicas, pero antes debo aclararles que estas historias cortas no siempre se continuan cronológicamente sino que son un suceso irregular de memorias que voy escribriendo a medida que me vuelven a la mente...
Crónicas II (El Verdugo)
Aquel era un día especial, único día festivo en la mazmorra, donde los prsioneros son dejados en libertad momentanemente para celebrar la matanza anual en honor al Dios Negro, del que poco sabemos, sólo que Guardían es su más fiel seguidor.
La patética muchedumbre se amontonó en la gran caverna para presenciar las ejecuciones y, principalmente, para comer ya que los cadáveres de los sacrificados son entregados a esa turba iracunda para ser devorados.
200 cabezas corte ese día, 200 cuerpos arrojé pará el regocijo del inmundo populacho, 200 corazones fueron quemados en el altar y 200 almas fueron condenadas al mas terrible infierno. Todo eso en honor al Dios Negro.
Guardián observaba desde lo alto de su trono, con su terrible e imperturbable rostro, del que todos preferimos pensar que es una máscara; sus sanguinarios ojos rojos clavados en el fuego del sacrificio y su boca torcida en una mueca de demoníaca satisfacción...
Al no tener un orden cronólogico, ¿va a ser una especie de diario, Merce? Estaremos encantados de ir siguiendo tus andanzas como ya hicimos con la novela de Nikt
Gracias camarada nikt, jefe... despues de haber escrito estos dos capitulos me di cuenta que el formato de las cronicas seguira el modelo de esta ultima parte, osea relatos bien cortitos de uno o dos parrafos. Y si sera una suerte de diaro pero sin ordenamiento ya que desde que estoy en esta mazmorra perdi la nocion del tiempo
Perdon amigos es que ando un poco ocupado pero no significa que haya abandonado el post... iré agregando más memorias solo que no tendrán una continuidad definida asique estén atentos
Un seco sonido irrumpió en el silencioso bosque, el saco biológico que conformaba el abdomen del viejo Kremel se abrió violentamente vomitando su asqueroso contenido. La masa de órganos impactó en el suelo con un horrible sonido liberando el insoportable hedor de lo que llevaba dentro. En ese instante Kremel pensó para si mismo que atacar a ese misterioso viajero en el medio del bosque definitivamente había sido una pésima idea. Ahora era tarde para arrepentirse, de hecho era tarde para todo, la vida escapaba de su cuerpo y el frío comenzaba a apoderarse de él. Retrocedió dos pasos y cayó de rodillas frente a su sombrío ejecutor, que en ese momento, envainaba su espada sin prestarle mayor atención.
La miserable vida de Kremel, un delincuente de poca monta, llegaba a su fin; no más saqueos, no mas vino, no más prostitutas, no más nada. Su rostro se hundió de lleno en la deshecha masa intestinal y Kremel abandono ese mundo que nada perdía con su muerte. El misterioso hombre giró el inerte cuerpo y tomó una bolsa de monedas que pendía del cinturón de Kremel y sin más que hacer, continuó su camino.
Bueno, bueno... y yo sin descubrir este hilo... Muy interesante, merce
Ahora que lo has retomado y has conseguido despertar mi interés, espero que escribas a menudo.
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